miércoles, 18 de marzo de 2009

MIS EJERCICIOS ESPIRITUALES


SÍNTESIS EXPERIENCIAL DEL MES DE EJERCICIOS ESPIRITUALES

Rogelio David Zambrana Madriz

No hay mejor manera de evaluar una experiencia religiosa que partiendo de los frutos que ha dejado en la vida corriente, más que la mejor forma, la única. El inconveniente está en que los frutos no aparecen al inicio de la primavera, sino mucho después. Por eso se me hace comprometido la elaboración de este material.

Los Ejercicios como una reestructuración de la personalidad: Dentro de la personalidad consideraré la memoria, el entendimiento y la voluntad, típico de san Ignacio y su época. Memoria porque precisamente, los Ejercicios Espirituales trabajan en su gran mayoría el pasado de las personas; aunque es imposible cambiar los hechos históricos, la forma de releerlos es particularmente nueva, o más bien, hacemos una lectura generalizada. Entendimiento porque, si no hay una nueva forma de entender lo viejo y lo nuevo, a lo largo, la estructuración del yo bio-psico-social se reordena por el mismo hecho de ver desde “lejos” la historia personal y humana en general. Esto hace posible, durante y luego de los Ejercicios, tender a valorar los hechos desde Dios y el mayor bien posible.

Sócrates decía que imposible conocer el bien, y luego no practicarlo. Aunque se le ha contradicho muchísimas veces, tiene sus razones, al menos desde su experiencia él fundamentó tal consideración con su vida. Esto tiene que ver con la voluntad, la tercera parte de la personalidad. Para que pueda haber un cambio en la voluntad, que es lo que más importa, la memoria y el entendimiento son básicos, pues las acciones estarían vacías. Por ello el conocimiento previo a la acción es importante. En el mes de Ejercicios he desarrollado muchos conocimientos que mueven la voluntad a hacer el bien.

Dichos conocimientos generaron en mi cambios muy generales, y por lo dicho anteriormente, sin carga experiencial todavía, salvo algunas actitudes puntuales que no me corresponde a mi juzgarlas. De hecho, me sentí en los Ejercicios Espirituales como un pequeño pez que sólo ha nadado en uno de los océanos del planeta, el cual no ha recorrido en su totalidad, y más aún, sabe que nunca lo hará. Y un día se dio cuenta que hay todavía más océanos, los cuales tampoco conocerá y experimentará en su totalidad. O como un hombre que al estar parado en la cima de una montaña a la que divisa desde otra montaña, viera que hay otra más, y después de esa, muchas más en el horizonte. Hay tantas que piensa que es imposible subirlas todas en lo que le queda de vida. Tanto el pez como el hombre, sin embargo, se sienten muy bien de estar en esos lugares, limitados, pero con vista amplia hacia todas las direcciones, se sienten seguros de que más allá de todo hay Alguien que está más cerca de ellos que ellos de sí mismos.

Los conocimientos adquiridos son -fundamentalmente- personales. En primer lugar, acerca del invaluable hecho de ser persona, llamado al bien, a la felicidad, a hacerme hijo de Dios. Inherente a este, la conciencia de que hay otros que son lo mismo que yo. Luego, conocimiento de mis obstáculos a mi vocación, mis afecciones desordenadas. Por último, conocimiento de mi deseo de vivir como religioso, y de los medios que pongo para llevarlo a cabo.

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