lunes, 16 de marzo de 2009

¿ES EL UNIVERSO LIBRE Y SABIO?: REFLEXIONES SOBRE EL UNIVERSO, EL HOMBRE, DIOS Y EL AMOR


¿Es el Universo libre y sabio? : reflexiones sobre el Universo, el hombre, Dios y el amor.


Por Rogelio Zambrana

1. Existe un problema filosófico- cosmológico acerca de la esencia del Universo, ¿qué es el Universo? Es notable que no basta con decir que es el conjunto de todo lo que existe; de esta manera el Universo no es nada, no existe, solo es un término genérico, el más universal posible que se ocupa para designar todas las cosas en una misma palabra (Nominalismo). Sin embargo es posible entender que el Universo si es todo y todo lo que existe es Universo, no como una palabra, sino como la esencia y forma de todo lo que existe (Realismo). Y si el Universo es el todo, ¿qué hay además del Universo? Nada. ¿Qué hay menos que el Universo? Nada. Entonces, el Universo es todo, lo abarca todo; y si es todo, es uno, es un ente (un ser particular), es más, es el Ente, porque no hay otro ente fuera de él. De inmediato comienza el problema: si el Universo es uno, ¿quiénes somos nosotros? ¿Somos un micro- universo como decían los antiguos filósofos griegos y más recientemente los renacentistas? Si es así, de igual forma integramos parte del Universo. El Universo y nosotros, el género humano, seríamos como las tradicionales muñecas rusas, siempre hay algo más grande que nos abarca.

2. Es importante reconocer que es imposible hablar de Universo sin hablar de nosotros mismos, porque efectivamente somos nosotros los que lo experimentamos; esto no quiere decir que no exista conocimiento objetivo alguno del Universo, sino que, al tratar de Universo, directamente nos atañe a nosotros que somos parte de él, como previamente ultimamos. Este ensayo no trata de dar una respuesta científica- natural a la pregunta sobre Universo, -¡imposible!-, sino que es simplemente un razonamiento de tipo ontológico, ciencia primera como le llamó Aristóteles (s. IV a. C) al tratado sobre el ser. Por ejemplo, no es el mismo tipo de conocimiento el saber que el ser humano es un vertebrado bípedo, que saber que el ser humano es un ser capaz de captar su ser y el ser de los demás entes. El primer tipo de conocimiento es de la misma clase del que experimenta un chimpancé al reconocer que una piedra no es una nuez, en cambio, el segundo tipo de conocimiento es existencial, o sea, trasciende a lo primero, al ser, y es experimentable en y por uno mismo, por eso Aristóteles le llamó ciencia primera, que emana -según el estagirita- después de haber satisfecho las necesidades físicas: todas las demás ciencias serán más necesarias para los hombres, pero ninguna superior a ella. Es a partir de esta facultad humana que podemos preguntar acerca de la esencia del Universo. Comencemos por ahí.

3. Si preguntamos a varias personas qué es el Universo, probablemente nos responderán que son todos esos cuerpos celestes que se encuentran a millones de años luz respecto a nosotros; ésta respuesta muy común nos dice cómo pensamos, igual a como se pensaba hace cinco siglos, interiormente seguimos siendo geo- centristas, que mejor dicho sería, ego- centristas. El pensar que nuestro Planeta es el centro del Universo no es más que una proyección del yo. Científicamente todos sabemos que está comprobado que estamos muy lejos del centro del Universo, pero nosotros hacemos de nuestro Planeta el centro del Universo aunque sepamos que espacialmente no lo sea, por lo dicho anteriormente (sobre el yo), que sin embargo tiene cierto sentido. El ser humano es un ser que tiene conciencia de sí mismo, se reconoce como existente (auto- gnosis), lo cual le hace saber también que no es un espíritu puro (idea incorpórea, inmaterial, o sea, una idea en sí misma), sino que reconoce que también es materia, es cuerpo, por tanto, una síntesis de ambas cosas, al fin, carne espiritualizada (Ortega y Gasset, +1955). Considera que es un ente formado de cuerpo (materia) y espíritu (forma), y que la forma o esencia, lo que nos hace ser lo que somos, es ser racionales. Desde Sócrates (s. IV a. C) se dice que la esencia del hombre es ser racional. La racionalidad es nuestra alma, la que nos hace ser concientes de nuestra existencia (Dasein, decía Martín Heidegger, +1976), consiguientemente, nuestra alma, o sea, nuestra racionalidad, no se ve separada del cuerpo a como se piensa muchas veces, (Orfismo, Gnosticismo, Maniqueísmo, Platonismo, etc.) somos cuerpo también, no somos duales, (al respecto confrontar los párrafos números 7, 39, 40 y 41 de este mismo documento) sino que formamos una unidad que nos hace ser únicos e irrepetibles, aunque seamos inclusive de la misma especie. La unidad corporal- espiritual del ser humano nos hace ser lo que somos, y no otros, más sin embargo, el hombre no sigue tanto la lógica del ser (espíritu), sino la lógica del tener (marcadamente material), ya lo decía Gabriel Marcel (existencialista católico, +1973). El hombre por tanto –siguiendo esta lógica- se va apropiando intelectualmente de la materia que está a su alrededor, la adapta para sí, y de esta manera la hace suya, se la apropia; así nace la cultura, o sea, la extensión racional del ser humano hacia los objetos. Es por ello que nos sentimos parte de una época, de una moda, de un nombre, de una profesión, de una comunidad, de un país, de un continente y de un Planeta; lo más conocido es nuestro, o sea, donde más a desentrañado nuestra razón abstractiva ahí estamos nosotros. No es inverosímil –por ejemplo- que muchos científicos consideren a Marte como nuestra segunda casa. Pero pasa lo contrario con lo desconocido, allí donde nuestra mente no ha llegado no es nuestro, no lo tomamos en cuenta para nada en nuestra vida. Otro ejemplo, debajo de mi casa puede haber un yacimiento de oro, pero como no lo sé, no es parte de mí, entonces para mí no es nada, lo mismo sucede con el Universo, como conocemos muy poco de él, no lo hacemos parte nuestra, no es parte de nuestra cultura humana. Aunque las ciencias avancen muchísimo en la comprensión del Universo, estamos muy lejos de comprenderlo en su totalidad, a como nos complace comúnmente entender las cosas. Por tal razón, nos creemos el centro del Universo junto con nuestro Planeta, porque lo que está más allá de nuestros conocimientos, de nuestra cultura intelectual, no es de nosotros, no es parte de nosotros. Pero el problema no es que vivamos inmersos en este subjetivismo gnoseológico, no que pensemos que las cosas valgan y sean solamente respecto a nosotros, sino que hacemos una separación exagerada y lo peor convincente entre el Universo y nosotros mismos: no nos incluimos cuando hablamos de Universo. En otras palabras, el ser humano no se ha llegado a identificar con el Universo, o al revés, cada vez más se va separando de su fuente. Como consecuencia, generalmente nuestra visión de Universo cambia con respecto a la realidad; lo que significa que debemos reestructurar nuestra cosmovisión para entender apropiadamente el Universo. Tal reestructuración mental es la que me he propuesto realizar siguiendo el modelo questione y disputatio con algunos matices convenientes.

4. Si el Universo es todo lo que es, y nosotros somos, se concluye que nosotros somos Universo. Es un silogismo lógicamente verdadero. ¿Qué dicen las ciencias experimentales? Somos 75% agua, (oxígeno e hidrógeno) el resto lo componen carbono, calcio, hierro, sodio, zinc, etcétera, que son partes todos del Universo. Al igual que estos elementos químicos ocupamos un espacio en el Universo y nos regimos por el mismo tiempo, por ende, somos Universo. Tenemos entonces todos, la edad de 200 mil millones de años. Siguiendo este método comparativo, comprendiéndonos a nosotros mismos, podremos comprender al Universo y viceversa. Pero lo concluido anteriormente no es tan fácil de asimilar. El primer problema que resulta es que si el Universo es racional, libre, volitivo, inteligente, o sea, un ser espiritual, capaz de alcanzar sabiduría, de obrar bien, por tanto, una persona moral y cultural, social y política al igual que lo es el hombre. En otras palabras, ¿el Universo es como el hombre? Evidencias que el Universo es todo lo anterior fuera del hombre no hay ninguna. ¿Tenemos algo que no es del Universo? Si lo tenemos, entonces el Universo no es todo, a como se dijo al principio del documento. Pero se puede pensar que el Universo si es todo ello porque lo es el hombre, siguiendo la lógica que el hombre es Universo, porque forma parte de él. Sin embargo, de igual forma fuera verdadero el siguiente ejemplo: el océano pacífico es un crustáceo porque allí vive un cangrejo. Siguiendo el ejemplo, ¿qué hace al océano ser océano? ¿Qué hace al Universo ser Universo? Ambos son, pero de distinta forma. El océano es un cuerpo de agua con un ecosistema propio, y el Universo todo lo que hay incluyendo el océano, es lo más general posible. Tenemos que replantear la pregunta, ¿es posible pensar que el Universo es la suma de todos los seres, y que como total, sea todo en todos? (El problema del último ejemplo se resuelve en párrafo #18)

5. Sabemos que el Universo tuvo un origen. Toda la materia antes comprimida en un punto menor al tamaño de un protón estalló (Teoría inflacionaria), liberando cantidades enormes de energía, que en forma de calor se fue condensando en la medida en que se fue enfriando, formando los primeros elementos, hidrógeno y helio. En el mismo momento de la explosión nace el espacio y el tiempo debido a la expansión. Luego, por fuerzas como la electromagnética, la gravitatoria y la fuerza de interacciones atómicas, la energía ya condensada en materia se fue agrupando en partículas y luego, en Estrellas, Planetas y Galaxias, y más recientemente en vida. Toda esta evolución del Universo a partir de una gran explosión, aceptada por la mayoría de los científicos, sigue leyes físicas, por ejemplo, las leyes del Movimiento, la ley de la Gravitación Universal, las leyes de la Termodinámica, y éstas son las mismas en cualquier parte del Universo según la ley de la Relatividad universal de Albert Einstein (+1955). Nosotros como parte del Universo no escapamos de estas leyes. Al igual que una piedra lanzada a un acantilado cae siempre por la gravedad, nosotros caeremos también por esa misma fuerza de atracción hacia el centro del Planeta. De igual forma nos movemos junto a la Tierra alrededor del Sol sobre una órbita a una velocidad 1, 600 Km/h, completando aproximadamente 365 días por vuelta, y con ella giramos también cuando sobre su propio eje a una velocidad de 106, 000 Km/h da una vuelta en casi 24 horas. Igualmente junto a nuestro Sistema Solar nos movemos hacia la constelación de Hércules a una velocidad de 72, 360 km/h. Y así mismo junto a nuestra Galaxia, la Vía Láctea, nos movemos hacia la constelación de Leo a unos 600 kilómetros por segundo. Si el Universo se expande, nos expandimos nosotros junto a él, si se llegase a contraer, nos contraeremos junto a él. Hasta aquí somos Universo; desde el principio u origen éramos uno sólo, incluso las fuerzas que formaron luego lo que hoy es el Universo eran una sola (Teoría de la Gran unificación).

6. Los seres humanos estamos hechos de átomos que forman partículas, que a la vez forman células y órganos, y que juntos forman cuerpos complejos que alcanzan un estado (situación o modo de ser) de vida muy superior a otros (del reino animal, vegetal, monera o procariotas, fungi y protista), el estado espiritual. Es en este estado que se notan aparentes diferencias entre Universo y seres humanos; antes todo parece indicar que somos completamente Universo. El estado espiritual consiste en ir más allá de lo puramente material; es el trascender de la experiencia sensible; es un éxtasis, un salirse de sí mismo, que equivale no sólo a salirse de la sensibilidad del cuerpo, sino también de la sensibilidad del Universo. Sabemos sin embargo, que esta situación no es más que una sensación intelectual, o sea, no hay desprendimiento alguno. Esta experiencia superior permite que el hombre se pregunte no sólo para qué (inteligencia práctica), sino el porqué (razón) de lo que existe. Ludwin Wittgenstein (s. XX) dijo, lo asombroso no es cómo se estructura el Universo, sino el hecho de que es. El hombre trasciende el cómo y el para qué del Universo, se pone por encima de él, y se complace en la verdad más Universal, la existencia. ¿Somos Universo asombrado por el hecho de la existencia? ¿O somos distintos pues hay algo en nosotros que no es del Universo? Son posibles las dos modalidades, porque yo puedo preguntar por mí mismo, y también puedo preguntar por otro. Si somos el Universo está bien, el Universo se pregunta por él mismo, y si no lo somos está bien, somos distintos, y no hago más que preguntar por él. El problema es que si somos distintos, resurge la pregunta acerca qué somos nosotros y qué es el Universo, de las cuales hemos parcialmente concluido que resulta imposible separarnos, pero que sin embargo, hasta que no descubramos si tenemos algo distinto al Universo no podremos concluir nada. Sería positivo analizar entonces lo que nos hace aparentemente ser tan distintos al Universo: la racionalidad.

7. ¿Qué es la razón que nos hace ser distintos a una piedra, a una planta y a un animal? Es con la razón que trascendemos, como expresábamos en el párrafo anterior, pero a dónde, si no hay algo más, porque el Universo lo es todo. ¿Es posible que un pez diga (si pudiera) que no es parte del océano siendo en verdad parte de él? No, el hombre en cambio sí puede desprenderse del Universo por medio de sus facultades. ¿Con qué objetivo el hombre se separa del Universo? ¿Y a dónde va? ¿Es debido a algún tipo de sed, algún tipo de insatisfacción? Si hay sed es porque hay algo que puede apagarla, si hay necesidad es porque hay algo que puede satisfacerla. Ludwin Wittgenstein se asombró como lo hacemos nosotros de que hay ser y no nada, pero ésto no basta para apagar nuestra sed. Podemos comprender bastante bien que hay ser, y sabemos que no es producto de la imaginación o de algún mecanismo psicológico de defensa, sino el resultado de una experiencia racional, primeramente intuitiva y luego, si se quiere, comprobable por abstracción y deducción (ver por ejemplo, la verdad indubitable que mencionaba René Descartes, s. XVII), de las dos formas es posible. Sabemos por tanto exactamente qué es el ser, y por lógica sabemos que es la nada. Conocemos el ser porque conocemos que somos, y porque conocemos que somos, queremos saber el porqué somos. Esta pregunta es cualitativamente distinta a cualquier otra pregunta, y el Universo, o nosotros mismos, no tenemos ninguna idea de su posible respuesta. Recapitulando, el hombre se desprende de sí mismo por medio de sus facultades; desprendiéndose de sí mismo se desprende del Universo, hacia lo desconocido, hacia la duda total, buscando la respuesta a la pregunta más general: ¿por qué el ser? La imaginación ayuda cuando es una representación gráfica de la racionalidad. No son pocos los seres humanos que se han ubicado antes del comienzo del Universo y se han quedado sólos, perdidos en una oscura y delirante duda. Lo único que sabemos es preguntar, y una buena pregunta tiene en sí la respuesta. ¿Es el estado espiritual completamente independiente del estado material? Si lo es, seríamos duales, si no lo es, la materia no es lo que nosotros comúnmente pensamos. Si son estados independientes, no somos completamente el Universo, y si no lo son, somos el Universo pensando. Por tanto, corolario del párrafo, la racionalidad, facultad que nos hace ser tan distintos a los demás entes conocidos, es una facultad que nos permite trascender a lo más general, al ser, y preguntarnos su porqué. Y si somos al fin Universo pensante, solo lo confirmaremos si existe respuesta a la pregunta sobre el ser, mientras, está latente. (Sobre razón, párrafos números 15, 16, 38, 39)

8. El preguntar el porqué del ser para muchos es algo absurdo, pero la verdad es que a esta pregunta llegamos todos siempre. Cuando nos preguntamos por qué obrar bien y no mal, cuando nos preguntamos por qué nací en tal lugar, en tal tiempo, cuando nos toca decidir qué camino seguir en nuestra vida, qué estudiar, qué amistades tener, qué comida hacer para la cena, qué zapatos escoger en la tienda, cuando nos preguntamos el porqué de la vida y el porqué de la muerte. A todas estas preguntas mencionadas y todas las demás posibles las abarca el porqué el ser, porque el ser es lo primero e indispensable de todo. Preguntar por el Universo o por el hombre entonces, equivale de igual modo a preguntar por el ser.

9. ¿El ser es el Universo o hay algo más? Si nuestra racionalidad -que es la racionalidad del Universo según hemos venido deduciendo- nos saca del Universo, nos saca por tanto del ser, si es que afirmamos que el ser es el Universo, o sea, de que el Universo es todo; y si nos saca del ser, nos deja en la nada, porque la nada es la ausencia de Ser, lo cual nos hace pensar que evidentemente el Universo no lo es todo, porque la nada es ilusoria. Por tanto, el Universo no se explica todo asimismo. En otras palabras, la racionalidad, que hace posible preguntarse el porqué del ser, está imposibilitada para responder con sólo el Universo como elemento existente. En otros términos, el Universo no se basta así mismo para ser, porque no se responde sólo.

10. Científicamente se sabe que el Universo tuvo un origen, un comienzo, o sea, no es eterno, no ha existido siempre, por tanto, se debe reconocer que el Universo no lo es todo, hay algo más, y éste algo más necesariamente fue el que le dio el ser. Independiente que hayan existido miles de Universos antes que éste, necesariamente tuvo que haber un primero (de lo contrario, ver el párrafo #17. Ese algo que le dio el ser debe ser superior al ser, porque es primero que él. Para notar la diferencia le llamaremos Ser (con mayúscula). Esta diferencia gradual del ser debe manifestarse también cualitativamente superior: si el Universo- hombre ha llegado a ser un ente personal (racional, volitivo, libre, intelectual), el Ser con mucha más razón debe ser personal, e infinitamente más perfecto, o en otras palabras, la Perfección, de la cual se derivan las perfecciones del Universo. Por tanto, es imposible que el Ser no sea Persona perfecta. El Ser persona es Dios. Quizá no sea una manera digna de demostrar la existencia de Dios, pero es válida para poder continuar nuestra búsqueda de la esencia del Universo.

11. Entonces, lo que el ser humano busca es a Dios cuando se pregunta el porqué del ser. Cuando la racionalidad humana, la racionalidad del Universo mismo no puede explicar su razón de ser por sí misma, inmediatamente, la misma capacidad de trascender nos transfiere a la idea de un Principio hacedor. Esta concepción no es nueva, desde el inicio de la filosofía los hombres han hablado de una Sustancia primera, (ej. Anaximandro, s. VI a. C, decía que el Principio de todo era el Apeirón, lo Ilimitado) y las religiones más primitivas han afirmado la existencia de este Ser superior al Universo. En esta constante universal ya San Agustín de Hipona (s. IV) se apoyaba para demostrar la existencia de Dios (Encuesta universal). Inmediatamente, después de reconocer la necesaria existencia de este Principio, quedamos imposibilitados de ir más adelante, porque más allá de Dios no puede haber nada. (Trataremos más adelante este tema, párrafo #19). Aquí podemos replantearnos el problema anterior teniendo en cuenta que hay una tercera esencia además del Universo y del hombre, Dios. ¿Son tres tipos de seres (Dios, Universo, hombre) los que existen, o dos tipos (Dios, Universo- hombre)? Para poder contestar nuestra pregunta, tenemos que relacionar (análogamente) a Dios, que es el Ser, con los otros tipos de seres, aunque de forma hipotética. Si bien los tres son, poseen grados cualitativamente distintos de ser, como anteriormente mencionamos.

12. Suponiendo que nuestro espíritu es también Universo, podríamos describirle como la parte del Universo que escucha (en sentido figurado) el llamado de Dios a la existencia, me refiero no a una simple existencia material como la de una roca, sino a una materia que sabe que existe (Dasein), una materia que escucha a Dios (el llamado de Dios), que capta el Ser. El ser del hombre por tanto, a diferencia de la totalidad que es el Universo, es el que conoce que es porque hay otro que Es. Los medievales, renacentistas y místicos de todos los tiempos cuando se refieren a Dios ocupan muchas veces la imagen de la Luz (ej. Nicolás de Cusa, s. XVI). El Ser de Dios (Luz) se refleja en el ser del hombre, y el hombre queda impregnado. Agustín de Hipona llamaba a este proceso Iluminación, sin embargo, no creo que sea una reflexión perfecta, sino imperfecta porque impregna el ser, igual a como pasa cuando el objeto reflejo es color oscuro, la luz es absorbida, en cambio, si es un espejo perfecto, la luz es toda reflejada. No creo que la relación Dios- hombre consista en que Dios se quiera ver reflejado en nosotros, sino que nosotros quedemos impregnados de Él. Siguiendo la figura anterior, no significa tampoco que Dios se escuche en el hombre, sino que nosotros escuchemos a Dios. Dios quiere comunicar algo. Corolario de lo anterior, el Universo- hombre es un oído donde Dios deposita su mensaje (su Ser), éste oído sin embargo, está listo para escuchar solamente en el ser humano. Por tanto, el Universo está plenamente vivo en nosotros los hombres. Tanto el Universo como nosotros depende totalmente de Dios, somos materia que no ha existido siempre, sin su luz queda todo en tinieblas. Dios es nuestro Principio hacedor y conservador del ser.

13. La siguiente pregunta es, ¿cómo es posible que la materia inerte llegue a transformarse en vida? Y más aún, ¿cómo es posible que la vida alcance el plano espiritual? En otras palabras, ¿cómo es posible que el ser humano sea capaz de Dios? La tradición judío- cristiana ha visto en este misterio la acción directa de Dios por medio un soplo Espiritual, lo que hace al hombre ser hijo adoptivo de Dios. ¿Dios hace que la materia cobre vida espiritual por un añadido o una inspiración? Si es un añadido no somos totalmente Universo, y si es una inspiración, sí somos Universo. Según Alexander Oparin, (s. XX) la vida surge de una mezcla de elementos químico- orgánicos simples dentro de algunas condiciones físicas favorables al autodesarrollo de las mismas. Esta teoría se ha llegado a comprobar según la química orgánica actual, y es aceptada por la comunidad científica, pero, quedan muchas interrogantes, lo que no significa que la teoría sea errada. ¿De dónde viene luego la fuerza (impulso) para mantenerse vivo un organismo tan simple? ¿De dónde viene la fuerza para reproducirse, perfeccionarse, adaptarse? ¿Es una fuerza que está en el Universo? ¿O es otra obra directa (volitiva) de Dios sobre su obra de fondo, el Universo? Si Dios a puesto esta fuerza en todo el Universo, además que seguramente no estamos solos, o si estamos solos, existe la posibilidad que en otros puntos del Universo surja vida, y espiritual como la nuestra, comprobamos que somos Universo, simplemente Universo, no tenemos algo que está fuera de él, somos entonces, una serie común, una unión de voluntades, una unión de respuestas al llamado de Dios, un Universo escuchando. El hombre- Universo sin embargo, se encuentra limitado por la vida espiritual, aunque el Universo permanece en él a la hora de morir, su espíritu se calla. ¿Por qué la muerte? o ¿qué pasa luego de la muerte, si es que pasa algo? El problema de la muerte complica a sobremanera la concepción hombre- Universo que hemos venido adoptando. Creo que no tiene sentido pensar que reencarnamos luego de morir; ésta creencia se basa en la idea de un Universo eterno, y sabemos que el Universo no lo es, pero aún, la creencia en la reencarnación, que se basa en una serie de reencarnaciones en vistas a la purificación del alma que ha sido expulsada por mala conducta de un lugar que no está en el Universo, de un estado puramente espiritual para cumplir con algún tipo de castigo, reconoce que el Universo no lo es todo (ej. el Nirvana budista). La creencia de la muerte eterna contradice el orden de Dios que ha querido impregnar de verdadera vida al Universo en el hombre. Dar la vida (existencial) para quitarla no tiene sentido. La creencia en la resurrección va más acorde con la idea del hombre- Universo; según esta máxima judía, cristiana y musulmana, el hombre espiritual- corporal se transformará en un ser más perfecto, más semejante todavía al Ser de lo que es ahora. La resurrección es un aumento en la calidad del ser del hombre, lo que no significa la eliminación material de su ser, sino devolverle la vida, y una vida más perfecta. El Universo por tanto resucitará en el hombre, y la muerte adquiere con este hecho un significado positivo, el paso a una vida más agraciada.

14. El hombre- Universo es la pieza del Universo más importante; le damos sentido al Universo, o más bien, somos el sentido del Universo. Es sabido que nosotros no nacemos con conciencia, que es la que nos hace ser lo que somos, y la que nos hace ser la respuesta clímax al estímulo vivificante de Dios en el Universo. De la misma manera, ya teniendo conciencia la podemos perder como cuando dormimos o cuando nos encontramos en estado de coma. En esos momentos no tenemos racionalidad, y si la tenemos no la usamos. La racionalidad es la facultad que hace que nuestra conciencia sea espiritual. ¿Cómo así? La racionalidad es el estado cumbre de conciencia del hombre, la que hace que valoremos las cosas verdaderamente, la que hace que captemos el ser real de los demás entes, y captar el ser de Dios también. ¿Esto quiere decir que aquello que le da sentido al Universo, nuestra racionalidad, es intermitente y por lo tanto imperfecta, por lo dicho al comienzo del párrafo? ¿El problema es su intermitencia o su falta de calidad? El motivo de la cuestionante es el asegurarnos que nuestra conciencia es tan especial como pensamos que es, probando su esencia podremos entender con más precisión el Universo.

15. Las cosas tienen un valor (significación, validez) objetivo, nuestras facultades seguro que también. Aunque yo no sepa de la mina de oro que se encuentra debajo de mi casa, no quiere decir que el oro que en ella se encuentra no tenga valor. Igual nuestra racionalidad, cuando dormimos posee siempre su valor, aunque lo captamos sí al despertarnos y facultarnos de ella. La intermitencia de la racionalidad humana por tanto, no causa ningún problema a su grandiosa potencialidad. ¿El problema está entonces en su calidad? Si queremos calificar la calidad de la racionalidad humana no tenemos otra alternativa que preguntarnos si es absoluta, por tanto perfecta, o es relativa, divergente o contingente, por tanto, corruptible e infundada. No puede ser contingente porque todo sería un absurdo, sin fundamentos -que es precisamente los que capta la racionalidad- todo sería inicuo y perverso, desordenado, un caos total, pero además no fuera posible siquiera el ser, ni Dios, verdadero fundamento. La racionalidad por tanto, debe ser absoluta, no perfectísima, pero sí verdadera, porque capta los fundamentos del ser que necesariamente existen, y como necesariamente existen deben de ser absolutos. Este fundamento absoluto es Dios, por lo cual, la absolutez de la racionalidad humana se deriva de la absolutez de Dios. En otras palabras, Dios es la absoluta Razón y fuente por tanto de nuestra racionalidad, ya que nuestro ser es fuente de su Ser, y por ese motivo nuestra racionalidad adquiere absolutez. Expliquémoslo. El ser del hombre- Universo posee -como estamos suponiendo- un fundamento ontológico ad- extra, en un Principio hacedor que es Dios, y este fundamento es absoluto, Dios es absoluto. Dios, como fuente absoluta del ser, hace que captemos racionalmente nuestro ser y el de los demás, y esta captación es absoluta, en tanto la racionalidad humana está basada en Dios, absoluta Razón, por lo cual, nuestra razón no es imperfecta. La absolutez más que significar totalidad, en este caso quiere decir veracidad, realidad, bases y fundamentos, o sea que lo mucho o poco que podamos conocer es verdadero, gracias a su fundamento que es verdadero, Dios. Respuesta que nos hace aterrizar a otro problema.

16. Si nuestra razón es absoluta, ¿hay un lugar o estado donde nuestra razón “funciona” o vale sin tener el cuerpo? ¿En Dios, por tanto, fuera del Universo? Esta era la posición que en el párrafo anterior planteábamos acerca que si el soplo divino de vida espiritual era un añadido al ser humano. Si la respuesta a las interrogantes es afirmativa, nos desprendemos del Universo y somos más que Universo. Si decimos que no, nuestra racionalidad no es absoluta, lo que no significa que sea imperfecta, sino que, no nos pertenece, o sea, que acudimos a ella sin apropiárnosla. Esto parece ser más razonable. Si nuestra racionalidad fuera un añadido espiritual de Dios, la racionalidad fuera siempre perfecta, lo que en hecho no es. La racionalidad puede corromperse cuando no se apoya en la Razón, puede hacer grandes discursos pero falsos, puede elaborar grandes cosmovisiones, pero infundadas, irreales. La racionalidad le pertenece al hombre, la razón al ser. Cuando la racionalidad se apoya en el ser, la racionalidad alcanza el ser, alcanza la verdad. Por tanto, el hombre peregrina incluso en lo que respecta a su mayor gloria, la racionalidad. El hombre solo obtiene la razón cuando a llegado por su racionalidad al ser verdadero, al ser real. La causa material de la racionalidad es por tanto, el Universo, su causa eficiente, la que la mueve, es la libertad, voluntad e inteligencia, la causa formal o esencia, es la capacidad de trascender, y la causa final es la verdad, es el Ser.

17. Por otra parte, si la materia es hecha por un Principio inmaterial (Dios), quiere decir que la materia es inferior a lo inmaterial, porque una supera a la otra en causalidad, y sería imposible pensar que la materia luego crease lo inmaterial, a no ser que se derive de ella. En tal caso, la materia tiene que ser equivalente a lo inmaterial, por ende, Dios sería también material, en otras palabras, lo material y lo inmaterial serían una misma Substancia (paradigma de este pensamiento, Baruch Spinoza, s. XVII). En tal caso nos olvidaríamos de Principio hacedor y hablaríamos de Derivación. Pero, ¿por qué Dios hará seres distintos espiritualmente a Él, seres concientemente distintos? ¿Dios se divide? ¿Por qué la muerte, muere Dios? Imposible que nosotros seamos Dios. Dios no puede ser imperfecto, Dios no puede ser moralmente malo tampoco. En este caso, la materia no puede dar a luz algo inmaterial. En otras palabras, la materia no puede derivar en inmaterialidad. Esto hace suponer que no somos espirituales en sentido estricto, sino seres capaces de saborear el Espíritu. No tenemos nada inmaterial, no nos dividimos.

18. Somos el cerebro del Universo, somos su oído, su voz, su piel, sus ojos, su gusto, su sentido de locomoción, de espacialidad, etcétera; precisamente lo que nos hace deducir que es imposible pensar en una unidad tan radical entre nosotros y el Universo; cada uno de nosotros está seguro por ejemplo, que no es una roca que está en la Luna, o una madre sabe muy bien que ella no es su hija que está en su vientre, sino dos seres distintos. Es más, entre nuestra conciencia y nuestro cuerpo hacemos una distinción que pareciera convincente; sabemos que si nos cortamos las uñas no nos estamos dividiendo, las uñas dejan de ser yo; si nos amputan una pierna no queda una parte de mí en ella. Por otra parte, nos distinguimos espiritualmente unos a otros aunque seamos de la misma especie. Todo pareciera indicar que somos otra cosa que no es Universo, porque dos personas no pueden ser una, al igual que una roca no puede ser cualquier roca (Principio de identidad). Y si una cosa no puede ser cualquier cosa sino la cosa que es, lo mismo nosotros, somos únicos. El problema está en que el Universo lo abarca todo: podemos decir que una flor no es un coliflor, pero sí podemos decir que una flor y un coliflor ambos son Universo. Ahora bien, si sabemos que el Universo no lo es todo porque tuvo un origen, entonces podríamos decir que tanto la flor como el coliflor no son Universo, al igual que podemos decir que un pez no es el océano porque el océano no lo es todo. En cierto sentido lo anterior tiene lucidez, pero no es totalmente cierto. El Principio de identidad (e incluso el de no-contradicción) testa que no se puede hacer una valorización de todo lo que hay como Universo, sin embargo, se puede entender, como realmente debe ser, que el Universo como causa material de todo lo que es, lo abarca todo (lógicamente a Dios no le incluye). Así como todos estamos hechos de Universo, así todos formamos el Universo, pero, sin contradecir los Principios mencionados. La multiplicidad no necesariamente implica des- unidad. La heterogeneidad no necesariamente indica des- homogeneidad.

19. Podemos concluir algunas notas acerca del Universo- hombre en relación análoga con Dios que respectan únicamente al Universo, para relacionarlo unitariamente también con Dios, como segunda fase de lo propuesto en el párrafo # 11. Ultimamos que el Universo no lo es todo, que es eminentemente material, que tuvo un origen, y por lo tanto no es eterno, sino que es obra de un Principio hacedor, también, que es limitado por las leyes las cuales son las mismas en todos sus puntos. Prosigamos la indagación. ¿Qué hay del Espacio (extensión del Universo)? ¿Es infinito? ¿Qué es la infinitud? La infinitud es la ausencia de límites espaciales. Según la Teoría Inflacionaria el Universo se expande, y mientras más avanza, va dando cabida a la noción del tiempo y del espacio. Esto quiere decir que el Universo no es infinito. Tiempo y espacio tampoco son infinitos. Si el Universo avanza no es infinito, si se mueve no es infinito, lo infinito supone estabilidad. Naturalmente, si no tiene estos límites qué hay más allá de los supuestos límites del Universo. ¿Nada? La nada no es algo sino la ausencia de ser. La nada no es. La nada nunca ha existido porque siempre a habido ser, aunque no el ser del Universo o el nuestro sino el de Dios. Esto quiere decir que nunca a habido no- ser y nunca lo habrá, porque Dios necesariamente es eterno. Entonces, como sabemos que la nada no es, entonces todo es, por lo cual el Universo siempre ha existido, por lo tanto, es infinito y eterno. Para no caer en este error consideremos qué es Creación.

20. Hasta ahora nos hemos expresado de Dios como un Principio hacedor, y a nosotros (Universo y hombre) como obra suya, descripción que comparte mucho el concepto creacionista. Creación es la donación del ser, o sea, dar el ser, comunicar el ser. Los medievales (como Tomás de Aquino) decían que Creación es sacar el ser de la nada (lat. Creatio ex nihilo), pero podemos caer en el error anterior y pensar que la nada es algo y, que la Creación se sacó de ese algo. Lo que seguramente Tomás de Aquino quiso explicar con “sacar el ser de la nada” o Creación de la nada fue, poner el ser donde no lo había, o sea que la expresión “de la nada” se entiende por ausencia. Creación por lo tanto, tampoco es la transformación del no- ser en ser, sino la donación total del ser. No vale por lo tanto la pregunta de dónde, porque la Creación es un acto total, obra directa de Dios, sin participación de otra cosa, es algo totalmente nuevo. La acción de crear -que solamente le corresponde a Dios por naturaleza- es hacer algo distinto de Él. La Creación (el Universo) es algo distinto a Dios. Y si es algo distinto a Dios, el Universo no es infinito ni eterno porque tuvo un comienzo, si luego nunca dejase de ser, de igual forma no se puede decir que plenamente sea infinito ni eterno. La relación del Universo y Dios es por tanto, total, en cuanto es Creador.

21. Ya hemos concluido algunas notas acerca de lo que es el Universo, pero no es suficiente para deducir el porqué del Universo, o en palabras más generales, por qué el ser, pregunta que es clave e indispensable para explicar más el Universo. Ya obtuvimos algunas terminaciones por la vía del hombre- Universo y por el Universo sólo, ahora intentemos por el ser. Para ello es necesario remitirnos a Dios que es el Ser que está antes de nuestro ser y que por lo considerado, trasciende por causalidad también cualquier otro ser. Este paso es el cambio de la Ontología a la Metafísica. Santo Tomás de Aquino dice que Dios posee el ser por esencia, en otras palabras, lo que define a Dios es el ser, esto quiere decir que Dios es el que es, a como también la tradición bíblica llama a Dios según Él mismo se reveló al profeta Moisés en el Monte Sinaí, con el nombre Yo soy el que Soy (YHWH). Esto quiere decir que debemos preguntarnos por qué Dios, lo cual, es imposible de responder, porque simplemente es inútil, está fuera de nuestras posibilidades y, creo que tampoco Dios no lo puede explicar, simplemente porque no existe respuesta alguna. No existe la posibilidad de que todo tenga una explicación, porque si todo la tuviera no terminaríamos nunca de preguntar. Por lo tanto el porqué de Dios, que equivale también al porqué del Ser, es la pregunta sin respuesta, y sin respuesta la pregunta carece de sentido, no sirve más que para reconocer lo grande que es Dios. En esta situación no creo que Dios sea un misterio, sería reducir a Dios a una duda que nos sumerge y nos embota. Dios es más bien la afirmación de todo lo que es, lo cual es tan claro para nuestra racionalidad que no vale la pena oscurecerla con la noción de misterio y pesimismo. Dios es entonces lo más evidente que hay, luego de la evidencia de nuestro yo, es la evidencia de Dios lo más claro que podemos conocer. Ahora bien, Dios no puede dar otra cosa que no sea el ser, al menos en primer lugar, y si luego nos da otra cosa, esto no será otra cosa que otra modalidad del ser. En otras palabras, si Dios quiere manifestarse, primero tiene que donar el ser, y esto será necesariamente creando, o sea, dando el ser a algo que todavía no es. Pero, ¿por qué Dios querrá manifestarse, comunicarse (que necesariamente implica Creación)?

22. Si Dios quiere manifestarse será para algo bueno, porque el Ser como valor absoluto es la Bondad. Lo malo (ontológico) sería la ausencia del ser (Tomás de Aquino), pero como no existe la ausencia del ser (la nada), Dios no puede hacer cosas malas porque no haría nada, así que nunca se podrá decir que Dios a creado cosas malas, porque implicaría el que Él sea malo, y con esto afirmaríamos que Dios no es, y por lo tanto no existiría; pero porque Dios es, y porque el Ser es Bueno, nos ha dado el ser que es siempre bueno. No hay nada más bueno que el ser. Entonces, Dios creó por ser bueno, y como Bondad comparte, comunica, crea. Pero, ¿existimos porque Dios quiso o porque es bondad? Si decimos porque es bondad, ¿cómo puede tener bondad por algo que todavía no es? Tuvo que haber sido por un acto voluntario que en sí mismo es bueno. Esto quiere decir que Dios no crea por ser bueno, no crea necesariamente por ser bueno, en ese caso nosotros existiríamos fuera de la voluntad de Dios. Sin embargo, Dios es Uno, y su bondad y voluntad igualmente son una. Así concluimos que Dios crea voluntariamente por ser bueno, o sea, quiso compartir su bondad dándonos primeramente el ser, y luego el poder captar el ser y la bondad infinita que es Él.

23. ¿El ser de nosotros es el mismo ser de Dios? Si decimos que sí, somos Dios (y además, contradecimos el significado de Creación), pero si decimos que no, igualmente somos Dios, porque tenemos el ser por nosotros mismos. La solución a esta aparente incongruencia está en sugerir que somos un ser cualitativamente distinto de Dios (Ser), ambos somos de manera diferente (no igual), pero que sin embargo, dependemos absolutamente de Él. Dios, además que nos da el ser, nos lo conserva, y sin Él dejaríamos inmediatamente de ser. Nuestro ser, distinto al de Dios, depende totalmente de Él, lo que nos hace ser tan cercanos a Él. El Universo por lo tanto, depende de Dios enteramente al igual que nosotros.

24. Entonces, Dios nos creó por ser voluntariamente bueno, en otras palabras, nos creó libremente por ser necesariamente bueno. Que el Universo y el hombre sean, es porque Dios así lo quiso. Es imposible poder comprobar que si Dios lo hubiera querido, no habría creado el Universo. Entonces, a la pregunta sobre el porqué del ser, solo cabe responder porque Dios lo quiso. Ahora, ¿por qué Dios quiso el ser? Si Él es el Ser, no necesita más ser, y además, en Dios no puede haber necesidad por el hecho de que Él es la Bastedad. Así que hay un motivo que trasciende el mismo ser. Pero acaso, ¿hay algo más que el ser? No, pero sí hay una modalidad del ser que es superior a las demás, y que llega a igualarse al Ser mismo en calidad hasta ser la plenitud del ser, esa modalidad del ser es el amor. Como Dios es la plenitud del Ser, Dios es amor, lo que no quiere decir que sea Él el amor. Antes de continuar me gustaría brindar un extracto de uno de los primeros poemas de Santa Teresa de Jesús de Ávila (s. XVI) ¡Oh hermosura que excedéis!*, que expresa de forma poética la idea de los dos últimos párrafos:

Juntáis quien no tiene ser
con el Ser que no se acaba;
sin acabar acabáis,
sin tener que amar amáis,
engrandecéis nuestra nada.

(*Santa Teresa de Jesús. Obras Completas. Poesías. Editorial Monte Carmelo, Burgos, España, 2001. Pág. 1331)

25. Dios como Es, plenamente ama. ¿Qué es el amor que es la plenitud del ser? Antes que el amor lo más perfecto es el ser, porque no hay amor sin ser, por eso Dios no es el amor sino el que Es, sin embargo, el amor es la modalidad más perfecta porque al igual que el ser se da gratuitamente, o sea libre y voluntariamente, es eterno, infinito, totalizante, es uno, bueno, bello, verdadero, semejante (no igual) al Ser. El amor va dirigido a otro, no se queda en el que ama porque el amor no se posee, el amor se es, al igual que el ser no se posee sino que se es. El Universo no posee el ser en sentido estricto, sino que lo celebra, y Dios tampoco lo posee, sino que es el mismo Ser. El Ser por lo tanto es amor. Dios es Uno, su ser y su modalidad de ser son igualmente Uno. Dios Es, es Amor. Por tanto, Dios quiso el ser porque es amor, porque es la Plenitud del Ser, efectivamente, su perfecta modalidad, el ser amor. La Creación por lo cual, no es más que la prueba de que Dios es, y como plenamente es, plenamente es amor, y como el amor va dirigido a otros, Dios quiso crear. El Universo en tanto, es obra del amor de Dios. El ser es obra del amor de Dios, y nosotros somos obra del amor de Dios. Necesariamente nos toca tener que hacer una diferencia entre hombre y Universo, porque Dios no pudo haber creado al Universo por amor al Universo mismo, porque el Universo (sin el hombre) no puede captar el amor de Dios, o sí lo puede hacer por medio del ser, pero no puede responder plenamente mas que siendo lo que es. El amor se comunica; la Creación es la comunicación del amor de Dios. El hombre empero, es el único ser que no sólo recibe, sino que puede transmitir respuestas a las señales divinas.

26. Sólo el hombre puede responder al amor de Dios, porque es capaz de dar amor. La capacidad de dar amor es lo que nos hace ser semejantes a Dios, el sentirnos plenificados al amar es lo que nos hace ser juntamente como lo es Dios (símil), la diferencia radica en que nosotros lo experimentamos y Dios lo es. Y cuando el hombre lo vive, lo vive el Universo, por tanto, el Universo entero es amado por Dios en el hombre, y Dios es amado por el Universo en el hombre. Y si Dios creó el Universo por amor al hombre, esto quiere decir que Dios ama al Universo por amor al hombre. Universo y hombre están sumamente comprometidos.

27. ¿Por qué Universo y no Paraíso? ¿Por qué hombre y no espíritu puro? ¿Por qué la carne? Esto no tiene respuesta fuera del amor. El amor pleno va dirigido a otros, y entre esos otros a los más débiles y necesitados, a los que no pueden devolver nada; el Universo no puede darle absolutamente nada a Dios, el hombre tampoco, es por eso que somos carne, materia, porque Dios es amor y como amor ama a lo menor. La materia es muy inferior a la pureza espiritual. El hombre es menos que el ángel (espíritu puro) y aún, menos que el Universo, porque el ángel y el Universo obedecen a Dios en todo, y el hombre experimenta la bajeza de desobedecerle, la bajeza de negarlo, la bajeza de ensuciarlo y de maldecirle, la bajeza también de no sentirlo, de no esperarlo, de no creerle, de no bendecirle. El hombre por tanto, es menor aún que el Universo mismo. Sin embargo desde Dios, el hombre es más por ser menos, el hombre es más porque es más amado, porque Dios ama más la debilidad, porque ama al que no le da nada (al ángel y al Universo), pero ama en plenitud al que más bien le quita, al hombre. Esto nos hace ser modalmente distintos al Universo. Es evidente que lo menor, lo más bajo, tuvo Dios que concebírselo.

28. ¿Por qué entonces Dios no creó únicamente al hombre sino que creó al Universo? Porque no hay hombre tal y como somos sin Universo. Wilhelm Leibniz (+1716) pensó que el mundo que tenemos es el mejor de los mundos posibles hecho por Dios, idea que se traslada efectivamente al Universo. Nosotros somos porque el Universo es, el Universo es a como nosotros somos. Yo soy tal como soy porque nuestra Luna tiene 3, 476 kilómetros de diámetro, yo soy tal y como soy porque Júpiter tiene una masa 190, 000 * 10 (22) toneladas, 318 veces superior a la de la tierra. Yo soy tal como soy porque el agua se solidifica a una temperatura de 0° C, y ebulliciona a una temperatura de 100° C. Yo soy porque existen cientos de miles de millones de Estrellas en la Vía Láctea, y soy porque existen cientos de miles de millones de Galaxias en el Universo. Somos tal como somos porque cualquier perfección por pequeña que sea (como una partícula de polvo en Marte) en el Universo nos determina. Soy tal como soy porque soy Universo. Desde que somos Universo, el Universo es en nosotros y nosotros somos en él. Somos los más débiles, los más amados por Dios, porque el Universo es a como es, por sus leyes, por sus elementos, por su temperatura, por su densidad, por su extensión, por su dinamismo, etcétera, por todo lo que es, por eso somos lo que somos. El Universo es el vientre perfecto para anidar al hombre que somos. Un cambio por mínimo que sea en el Universo, cambiaría la totalidad del Universo. Por ejemplo, si la velocidad de la luz fuera de 100, 000 Km/h, las reacciones nucleares que suceden dentro de las estrellas, donde nacieron y nacen muchos de los elementos químicos que conocemos y conformamos, cambiarían totalmente, y de tal manera, fuéramos distintos, si es que existiésemos, porque es una constante universal y necesaria para que el Universo sea lo que es (cfr. párrafo #36).

29. Si desde el momento de la Creación hasta este preciso instante solo hubiese pasado un lapso de 24 horas, el hombre haría su aparición apenas en los últimos segundos. ¿Qué hay del Universo sin el hombre? ¿Qué hay del resto del tiempo? Si el Universo existe por el hombre, el Universo sin el hombre no hace más que preparar su venida o nacimiento. El hombre es el resultado de una perfecta armonía en las leyes del Universo que desde un principio estaban ordenadas a obtener ese resultado (Principio antrópico). Aquí vale la pena darle un sentido más propio al Universo, el que le dieron los griegos cuando le llamaron Cosmos, o sea, orden. El Universo está ordenado a hacer al hombre, lo más débil que puede haber; todas las leyes físicas están ordenadas a ello. Pero, ¿la plenitud del amor de Dios se manifiesta en amar al hombre, hecho débil por Él, por ser simplemente debilidad? Si fuera así, el amor de Dios no tendría sentido, porque lo débil aunque objeto pleno del amor de Dios, no comparte la plenitud del ser, es más bien la ausencia total de plenitud.

30. La debilidad del hombre es no amar, y si Dios se complace en amar al que no ama sin ningún motivo, se contradice así el mismo amor, que quiere la plenitud del que ama, y por lo tanto si fuera así, Dios no sería amor, por ende, tampoco sería Dios, porque no tiene plenamente el ser, ya que amar es la modalidad plena del Ser. Entonces, el sentido es amar a lo débil para redimirlo, o sea, salvarlo de su debilidad, de su debilidad que se manifiesta en no amar. La debilidad más grande es poder amar y no amar, por lo tanto, la Salvación (que se hace parte de la misma Creación) consiste en lograr que el hombre ame, y que amando se realice plenamente como Dios es. Así si tiene sentido el amor de Dios a lo más débil. El sentido de la Creación (de la pregunta del por qué del ser) por tanto, es amar a los más débiles para estimularlos a ser los más fuertes (más ser) por gracia Suya y esfuerzo personal del agraciado. El sentido de la Creación es enseñar a amar (al hombre), ayudar (la Salvación) a amar, para plenamente ser, para ser felices. Dios que es amor, es totalmente feliz conque el hombre ame de verdad. La plenitud del amor de Dios se manifiesta en amar a los más débiles (implica crearlos) para que ellos amen, y amando sean los más fuertes. Dios que es amor ve nuestras imperfecciones como una sola perfección. La debilidad del hombre se convierte por tanto en la mayor fuerza del Universo. Cuando el hombre ama libremente, voluntariamente, inteligentemente, racionalmente, ama lo que debe amar (Agustín de Hipona), el Universo se asemeja al Cielo.

31. Nos falta deducir cómo opera Dios en esta salvación del hombre en relación con el Universo. En otras palabras, ya que hemos deducido que el Universo existe por el hombre, sería oportuno deducir también, cuál es el papel del Universo con respecto a nosotros. Antes quiero mencionar que el motivo de elaborar este ensayo fue precisamente la pregunta anterior, que surgió luego que un amigo me dijera que el Universo es libre, que posee sabiduría propia y que constantemente se está recreando. Afirmaciones que nos afectan directamente como partes del Universo.

32. Sabemos que no podemos ser como somos sin el Universo. Anteriormente deducimos que hombre y Universo están comprometidos; y si Dios quiere nuestra salvación, querrá del mismo modo la salvación del Cosmos. El Universo es pecador (pecado equivale a un acto volitivo de desamor) solamente en nosotros, si nosotros pecamos, el Universo peca en nosotros, porque nosotros somos Universo. El Universo no peca fuera de la acción del hombre; me refiero a todo lo que es acto voluntario, libre y desordenado del hombre. El pecado del hombre es ir contra el Cosmos, por lo tanto, ir contra sí mismo e ir contra el orden de Dios, ir contra el ser, contra el amor. Al respecto, el Universo sin el hombre no pecaría porque no puede. Para el Universo no poder pecar sin embargo es más una fortaleza que una debilidad, porque el hombre porque puede pecar es que es más bajo que la materia, y si se dice que el hombre es superior a la materia no será más porque Dios lo sostiene con su amor y lo insta a perfeccionarse. La materia entonces es inferior al hombre, porque el hombre es más amado por Dios que ella. ¿Dios no ama a todo por igual? O en otras palabras, ¿en Dios hay grados de amor?

33. Dios como Ser es Uno, pero como amor es múltiple, porque el objeto amado es múltiple. Esto no quiere decir que Dios tenga una especie de amor para cada objeto o sujeto, o que Dios sea modalmente múltiple según el objeto o sujeto amado, sino que, con el mismo amor ama a todos, pero con distintos grados o perfecciones. El Universo -como habíamos dicho anteriormente- es amado por Dios en el hombre porque vale únicamente por el hombre, porque está ordenado para el hombre. Todo lo creado es para el hombre, o sea que, Dios ha creado al hombre, no al Universo, porque el Universo es porque el hombre es. En otras palabras, la gallina (Universo) es porque el huevo (el hombre) es. El problema de esta comparación es que la gallina que está más en acto debería ser el hombre, y el huevo que está menos en acto debería ser el Universo. ¿Esta es una explicación lógica según la cual el hombre no es enteramente Universo, porque el huevo no supera a la gallina y el hombre sí supera al Universo? No, porque el huevo llegará a ser gallina y el Universo llegará a ser hombre. Si dijéramos que no hay hombre sin Universo afirmríamos que el Universo es más importante que el hombre, así como es más importante la gallina que el huevo, y si dijéramos que no hay Universo sin hombre porque Dios hizo el Universo por el hombre, estaríamos afirmando que es más importante el hombre porque sin él no hubiera Universo, así como no hay gallina sin huevo. Este problema se resuelve reconociendo que el acto y la potencia son dos situaciones de una misma cosa, el huevo y la gallina son situaciones de una misma cosa, el hombre y el Universo son situaciones de una misma cosa. Afirmamos del mismo modo que el Universo entero es hombre en potencia. Así que Dios ama al Universo tanto como ama al hombre. Pero el hombre es Universo, más sin embargo, el Universo no es enteramente el hombre.

34. Una cosa es la gallina y otra cosa es el huevo, aunque sean lo mismo, actualmente no lo son. Yo soy el mismo cuando tenía una semana de gestación que ahora que tengo 21 años, pero a la vez no lo soy porque actualmente soy más perfecto, o sea, soy más acto, y por lo tanto, tengo más desarrolladas mis perfecciones. De una semana de vida era más parecido al Universo que ahora; mi ser ha desarrollado sus facultades espirituales y me he hecho más semejante a Dios que al Universo, lo mismo pasa con cada ser humano. Al respecto, sólo puede ser obra del amor esperar a que el Universo diera las condiciones para el nacimiento de la vida espiritual, y obra del amor esperar a que el niño alcance el plano espiritual, lo que no significa que Dios nos ame hasta que alcanzamos dicho plano. Dios no tiene tiempo, es sempiterno, por tanto, nos ama desde siempre, aunque no seamos nosotros desde siempre. Por tanto, no hay dificultad en ser progresivamente actuales para el amor de Dios.

35. ¿Cómo la materia llega al plano espiritual? Los humanistas decían que el hombre es un milagro (ej. Pico de la Mirándola, s. XV: Magnum miraculum est homo). Un milagro es una acción directa de Dios sobre el Cosmos, sobre su mismo orden, no equivaldría a ser un desorden porque en ese caso fuera en contra del mismo orden o fin, y Dios no se puede contradecir, y menos, reparar un supuesto error si fuera el caso; por lo tanto en la materia tiene que haber las condiciones posibles para la vida espiritual, para evitar un desorden, y reafirmar como lo hemos estado haciendo que somos Universo. Es un hecho que la vida espiritual brota sola de la materia, o sea, la materia inanimada cobra vida, y vida animada como la espiritual. Entonces deja de ser un milagro, o sea, una acción más perfecta y extraordinaria sobre una acción perfecta y ordinaria de Dios en la Creación. El milagro más bien es todo, es el mismo ser, todo es un milagro de Dios. No existen por tanto, sobre- milagros, sino orden, todo es ordinario o todo es extraordinario, pero no cosas ordinarias y cosas extraordinarias. Tratemos entonces de averiguar cómo la materia alcanza el plano espiritual.

36. La Creación, el Universo o el Cosmos, tiene movimiento, quiere decir que pasa de la potencia al acto, persiste en un constante devenir como decía Heráclito de Éfeso hace 2, 600 años. Relativamente, si los átomos (protones, neutrones, electrones) se mueven, todo se mueve porque todo está hecho de ellos. Sabemos también que todo se mueve porque hay energía (capacidad o potencia de un sistema físico para realizar un trabajo, para actualizarse) (Trabajo: energía en movimiento, fuerza * desplazamiento) o fuerzas (impulso) en todo el Universo. Albert Einstein (+1995) demuestra esta realidad con su ecuación más conocida: E = mC (2), la energía de un cuerpo va a ser igual a la masa (cantidad de materia que posee un cuerpo) por el cuadrado de la velocidad de la luz (2 * 300, 000 Km/s). Con su fórmula, el célebre científico alemán justifica que la materia está animada, que posee movimiento, que no es solo masa inmóvil. Averigua también que la masa de un cuerpo puede pasar a energía y la energía a masa: energía y masa son equivalentes (Teoría de la relatividad, Albert Einstein, publicada en 1905). Un fenómeno semejante ocurre en el cuerpo humano, con nuestro metabolismo (anabolismo y catabolismo): nuestras células transforman energía química en energía mecánica. También acontece en todo el Universo, por ejemplo, en las reacciones nucleares. Total, la energía se transforma, la materia se transforma, pero siempre se conserva la misma cantidad (Leyes de la conservación de la energía y masa, que afirma que la energía y masa no se crean ni se destruyen). A esta transformación dinámica de ninguna manera se le puede llamar recreación, sino precisamente, transformación (Movimiento). Respecto a la transformación recíproca entre materia y energía, en lo que concierne a la transformación, se conoce que la cantidad de energía liberada en un proceso químico va a ser igual a la masa (sistema cerrado), en cambio, en una reacción nuclear, donde implica velocidades próximas a la velocidad de la luz, las cantidades de energía son superiores a la masa, lo que no significa que contraríe los Principios de conservación, porque efectivamente versa sobre un sistema cerrado, en cambio, permanece estable cuando se trata de la totalidad del Universo. El Principio cero de la termodinámica, que describe el equilibrio térmico de un sistema cerrado, también se aplica al llamado entorno infinito, al Universo (que no significa necesariamente que se asuma al Universo como infinito, es más bien una abstracción matemática denominada depósito térmico). Lo que significa que materia y energía son equivalentes siempre, y que todo está en movimiento. Energía y masa no difieren, no están separadas tampoco. La energía que mueve al Universo no es más que su materia, son la misma cosa. Consecuencia de ello, el hombre (masa y energía) está en constante movimiento también, y su energía no es distinta (ontológicamente) a su masa. Pasa del mismo modo con sus facultades espirituales, un acto voluntario –por ejemplo- necesariamente implica un movimiento espiritual, el paso del conocimiento al consentimiento, y del consentimiento al acto volitivo. Si hay movimiento en el plano espiritual, hay energía también, y si hay energía, hay materia. Y es razonable, porque cuando el ser humano discurre, no lo hace sobre algo puramente espiritual, sabemos que nuestras facultades racionales trabajan sobre hechos materiales, inclusive, cuando discurrimos sobre Dios (Espíritu puro) lo hacemos bajo formas materiales, le damos a Dios atributos materiales para “entenderlo”, imposible hacerlo de otra manera. La clave está en deducir si hay o no diferencias en los movimientos.

37. Según la ecuación de Einstein tenemos energía, al igual que la posee cualquier cuerpo en el Universo, sabemos de igual forma que nuestro cuerpo vive gracias a impulsos eléctricos productos de la transformación energética efectuada por nuestro metabolismo, más sin embargo, la energía espiritual parece comportarse de manera distinta a la energía misma de nuestro cuerpo o cualquier otro cuerpo en el Universo, además es una energía que no se ha llegado a medir, y no se sabe si se puede medir. Es nuestro cerebro el que se encarga de procesar los sentimientos y estados anímicos por medio de los neurotransmisores (sustancia que combina química y energía), no únicamente es el control de mando motor (movimiento) corporal- espiritual (anímico), sino también, el que procesa una información adicional, la razón.

38. El acto de procesar la razón es el raciocinio, o sea, es el movimiento hacia la razón. Evidentemente la razón no se mide porque no es parte de nosotros, lo que se mide o prueba es nuestra inteligencia, nuestra capacidad de captar la razón del Universo, del Ser, lo que se valora es nuestra racionalización. Recordemos que no es la razón la esencia del ser humano sino el raciocinio, el poder procesar la razón, porque como también implicitamos, nos trasciende. Desde el momento que no fabricamos la razón porque existe desde siempre con Dios, no es parte de nosotros, recordemos su absolutez. La razón en el ser humano es por ende, una facultad, o sea, un poder recurrir a ella, un poder movernos hacia ella. La racionalidad en el ser humano comprende un proceso intuitivo de ideas verdaderas, eternas y universales. La razón entonces, es la suma de estas ideas verdaderas, o sea, eternas y universales, que son captadas por el ser humano desde el ser, y más allá del ser, desde Dios (el Ser). El ser humano no pudo haber producido la razón porque es algo dado, la verdad es algo dado y no producido. La verdad es lo que es, y no es lo que no es (Aristóteles). La verdad plena es el ser, y el Ser es Dios. Dios es la verdad, por tanto Dios es la Razón. La Razón es la verdad del Ser, la verdad de Dios, por tanto, una sola y absoluta verdad. La verdad es primero que la razón, porque la razón es la manifestación verdadera del ser. Dios es la Razón con respecto a nuestra racionalización, Dios es el Ser con respecto a nuestro ser.

39. Cuando el ser humano razona no hace más que tratar de captar la verdad del ser. El ser humano no razona en la propia razón, sino que su inteligencia capta la verdad de las cosas, por tanto su principio. El hombre acude efectivamente a la razón. René Descartes (s. XVII) pensaba que estas verdades contenidas en las ideas nacían con el ser humano, las llamó ideas innatas, o sea que nacen juntamente con el ser humano. El juicio de verdad de esta afirmación radica en que si este tipo de información es posible guardarla en los genes y heredarla, porque Descartes pensaba que estaban contenidas en el alma, que llegaba al cuerpo antes o en el momento del nacimiento (Dualismo), y la cual se asentaba luego en un espacio físico- corporal (glándula pineal, ubicada en la parte superior del cerebro) del ser humano. Tal tesis evidentemente la hemos rechazado desde el principio del documento. Empero, siguiendo con la anterior proposición, aunque fuera posible heredar dichas verdades o ideas, ¿cómo capto por primera vez nuestra especie tal tipo de información...? Lo que quiere decir que de esta manera es imposible que el Universo haya alcanzado o alcance el plano espiritual, o sea, el haber desarrollado facultades racionales.

40. Es un hecho que la historia de la filosofía es la historia del perfeccionamiento de la facultad humana de captar las verdades eternas, como les llama Agustín de Hipona a las verdades del ser. Significa efectivamente que no es la verdad la que se acopla al ser humano, sino el ser humano el que se acopla a la verdad. Así que es imposible aceptar la tesis de Descartes, y cualquier otra del mismo estilo. Entonces, el hombre alcanza el plano espiritual moviéndose, trabajando, razonando (su máxima forma energética), por medio del movimiento sublime y agraciado del develamiento ontológico. La misma fe es un acto eminentemente racional, es un movimiento espiritual hacia Dios, es el asentimiento de la razón (Agustín de Hipona). La fe es la misma racionalidad, ambas son caras de una misma moneda, de la capacidad (receptiva) de la vida de Dios (Ser) del Universo. La fe es la forma sentimental de la racionalidad. La fe es la forma apetitiva de la racionalidad; Dios, el descanso y consumación de la fe y la racionalidad. Concluyendo, el Universo alcanza el plano espiritual por el movimiento racional del hombre hacia el Ser, hacia lo Primero, hacia lo Verdadero, hacia la Plenitud, hacia el Amor, hacia Dios, en el que se plenifica y resucita de su gloriosa imperfección.

41. El Universo es un oído, obra del mismo Dios, capaz de captar a su Creador por medio del sonido de su Ser, inconfundiblemente verdadero. El ser humano más se acerca a Dios cuanto más se acerca a la verdad, y más se acerca a la verdad cuanto más ama. El ser humano entonces no tiene absolutamente nada que por sí mismo esté fuera del Universo, llámese alguna especie de alma incorpórea o forma puramente espiritual; lo adelantábamos al principio del documento, el hombre no es espíritu puro con mezcla de carne, sino carne capaz de percibir el espíritu de Dios, el espíritu de la verdad. Entonces, Dios no nos da su espíritu para que seamos semi- dioses (me refiero a la posible interpretación del relato bíblico), sino que nos da su espíritu para que despertemos, lo escuchemos, y tengamos vida verdadera. En conclusión, el poder captar la verdad de Dios es lo que nos hace seres capaces de espíritu, que no es más que una facultad, un poder, no es un derecho propio, no de nuestra propiedad. Con el hombre camina también el Universo hacia Dios, el hombre es el Universo viviente y despierto. El Universo capta a Dios plenamente en el hombre.

42. El espíritu del hombre por tanto, no es más que su ánimo (alma: lat. anima). Para Sócrates (+ 399 a. C), impulsor del término en el mundo occidental, alma no era más que el yo conciente, sede de la actividad pensante y ética del hombre. (A.A.V.V. Historia del pensamiento filosófico y científico. Herder editorial. Tomo I. Barcelona, España. 1995. Pág. 87). Sócrates observa: nos ordena a conocer el alma aquel que nos advierte conócete a ti mismo. El judaísmo primitivo no hizo tampoco distinción alguna entre realidades sensibles y supra- sensibles en el hombre, sino que las consideraba producto de una misma personalidad. Fue Pitágoras de Samos (s. V a. C) quien con influencias órficas enseñó y fundó una escuela (530 a. C) en la cual instruían que alma y cuerpo están separados (doctrina de la metempsicosis), y de la cual Platón de Atenas (IV a. C) recibió influencia. Platón popularizó la doctrina dualista al mundo occidental por sus tan estudiados diálogos, principalmente Fedro, Timeo y la República, escritos en su edad madura. Luego los cristianos, al expresar y defender su fe al mundo griego, utilizaron y asimilaron su misma filosofía (ej. Clemente de Alejandría, s. II) que en ese entonces la más popular y acorde con la nueva fe era el Neoplatonismo, y que asumía el término alma como inmortal e incorpórea. San Agustín de Hipona expresó del mismo modo su teología en términos marcadamente neoplatónicos influenciando grandemente a la Iglesia creciente. Fue hasta el siglo XIII con Santo Tomás de Aquino que la Iglesia Católica volvió a sus orígenes (desde el punto de vista filosófico) y expresó su fe acorde a la tradición bíblica, ayudado grandemente en la filosofía naturalista aristotélica, expresada principalmente en su obra Summa theologica, manual teológico de los clérigos por par de siglos (fue con la Reforma católica, s. XVI, que el cardenal Cayetano, +1534, promovió como texto base de teología la obra del doctor angélico, siendo estudiada por dominicos y jesuitas para el renacimiento de la fe cristiana contra ciertos deslices protestantes). Hasta nuestros días la Iglesia lucha por expresar cada vez mejor su teología que a lo largo de siglos directa o indirectamente ha estado marcada por soteriología (gr. salvación) órfica; quiere por tanto expresarse más acorde con la verdad (Cfr. encíclica Aeterni Patris, León XIII, 1879). Aristóteles, que irónicamente fue alumno insigne y gran amigo de Platón dijo: entre la amistad de Platón y la amistad de la verdad, elijo a la verdad.

43. De acuerdo con la cosmología que hemos venido siguiendo, el hombre se ve a veces espiritualmente (animosamente) enojado, alegre, triste, pudoroso, devoto, querido, pleno, apreciado, vacío, odiado, deshonrado, desesperado, esperanzado, pesimista, etcétera, pero nunca espiritualmente asido (incorpóreo). Es notable también que a lo largo de la disertación hemos tratado positivamente las capacidades racionales del hombre, sin embargo, nos hemos dado cuenta que no son totalmente perfectas. Estos cambios espirituales que a lo largo de nuestras horas experimentamos son un reflejo de la imperfección racional de nuestros sentidos, de nuestro yo conciente. Hay un estado espiritual que es más perfecto que todos, y los demás se clasificarían de mayor a menor según el grado de proximidad a éste, debido a que, ciertamente sólo existe plenamente este estado espiritual, todos los demás son decadencias del mismo. El estado espiritual más perfecto sabemos que es el amoroso, que es el estado divino de ser. El que ama es, el que no ama no es. El que no ama puede ontológicamente ser, pero modalmente es infecundo. El hombre más espiritual es por ende el que ama, el que está más cerca de Dios es el que ama, el hombre que se encuentra más cerca de la verdad es el que ama, es la persona más plena. Amar como Dios es la esperanza de cada ser humano, es la plenificación de su ser. Personas que digan que es imposible amar como Dios serían pesimistas, y no comprenderían el amor de Dios. Dios quiere la felicidad eterna del hombre, felicidad que se concretiza amando tanto como Él ama. Tampoco significa tener confianza plena en el hombre, porque sabemos que es debilísimo, pero si el hombre no llega a amar tanto como Dios por derecho, lo hará por gracia divina. Y aunque así como capta imperfectamente la verdad del ser imperfectamente ame, no quiere decir que lo que imperfectamente capte no sea verdadero, y lo que imperfectamente ame no sea de igual forma verdadero.

44. ¿Cómo capta entonces el ser humano la verdad de Dios? La capta por los sentidos que están facultados para ir más allá del hecho material. San Buenaventura (s. XII) llamó a esta realidad co- intuición, porque captando el hecho material captamos inmediatamente el ser de ello, por tanto la verdad de Dios y a Él mismo, aunque no sea perfectamente. Lo que resulta asombroso es cómo se hace posible esto: que un ente material capte lo puramente espiritual. Después de todo, la materia se origina de un acto puramente espiritual (la Creación), y además, Dios sigue conservando su Creación, porque resulta imposible como habíamos dicho antes, que la Creación posea el ser por sí misma. También, desde el momento en que el Universo está ordenado, pasa a ser dependiente del ordenador que es Dios, espíritu puro. La Creación capta lo puramente espiritual tal como lo hacemos nosotros, la diferencia está en que ella no se da cuenta, nosotros sí, pero a la vez ella se da cuenta en nosotros que somos Universo. El Universo sin embargo, no es necesariamente dependiente de estar captando este orden de Dios porque ya desde su origen le fue impregnado, dependiente sí de seguir este orden, que efectivamente lo hace de forma automática (establecida). En otras palabras, Dios no mueve constantemente el Universo sino que desde su mismo origen lo dejó moviéndose. Este hecho ya es en sí una captación del espíritu puro de Dios. El Universo no comienza a captar a Dios con el hombre, sino que desde su mismo origen es una captación de Él. No se puede decir empero, que la Creación es una captación del espíritu de Dios, porque esto equivaldría a decir que el Universo existía con anterioridad, y no fuera posible seguir pensando en Creación, sino que se hablaría de comunicación espiritual teleológica, o sea, un ordenamiento post- creacional, porque el hecho de captar, implicaría la existencia previa del Universo, y en todo caso se le podría llamar recreación. Cuando nos referimos que desde su origen capta el espíritu puro de Dios, es que en el momento que es creada, es por un propósito. El orden del Universo, o sea su fin, es el hombre, que no excluye el Universo, sino que es el mismo, perfeccionado siempre por ordenamiento divino para que llegando a ser el más débil, o sea el más amado por Dios, poder salvarlo, demostrarle su amor, plenificar su ser. El regalo más grande que Dios puede dar es el ser, y luego enseñar a darlo también de la misma manera, amando. El amar es la acción plenificadora del ser. Corolario de lo anterior, podemos afirmar, que la esencia del Universo es el hombre. Y el papel del Universo con respecto a nuestra redención, es ser lo que es para que nosotros seamos lo que somos, y así Dios obre en nosotros para que amemos tanto como Él. De esta manera podemos aclarar otras dudas.

***

45. ¿Este Universo es libre fuera del hombre? ¿Posee sabiduría (racionalización) propia fuera de la del hombre en tanto recibida por la captación de la verdad del ser? Si dijéramos que el Universo es libre, pudiéramos perfectamente no haber existido, y el Cosmos tuviera un sentido propio fuera del fin- hombre. Desde la ironía socrática, ¿tiene sentido el Universo sin el hombre? Por otro lado, si dijéramos que el Universo tiene sabiduría propia, estaríamos admitiendo que también es un ente personal (libre, volitivo, inteligente, racional), por lo tanto también espiritual (anímico).

46. Si el Universo fuese libre, sería un ser personal con poderes (potencialidades) limitados por las leyes impuestas a él por Dios, causa suya, pero con poderes generosos dentro de las leyes, y como ser libre, Dios sería sin más un espectador o experimentador, o como lo pensó Wilhelm Leibniz, un ser que estaría de espaldas a su Creación, desinteresado, encerrado en sí mismo. Se contradice en tal caso el significado de Creación. También queda ofuscada la dignidad del hombre, porque sus grandezas pierden su sentido al quedar relegadas a la libertad del Universo.

47. Ahora bien, el Universo aparece muchas veces como hostil al hombre; si hablamos de Universo libre se entendería como un Universo moralmente malo. El Universo actuaría mal consigo mismo porque el hombre que está en él depende de él y no de Dios, porque Dios no puede obrar directamente sobre un ente libre, esa es la característica de un ser libre, ser en cierto sentido independiente de Dios. ¿Por qué actuaría mal el Universo con la parte más gentil que posee? Es como si nosotros quisiéramos sacarnos los ojos. Esta hostilidad del Universo se manifiesta por ejemplo en el principio del aumento de la entropía o desorden termodinámico en el Universo, y más específicamente en sistemas complejos como la vida, también en casos menos generales -al menos no ocurre desde hace 65 millones de años- como un bombardeo de meteoritos al Planeta Tierra. En cambio, si pensáramos en el Universo como una suma de entes armonizados por unas leyes, como un aparato impersonal que hace lo que está en él, en su naturaleza, sería solamente malo en relación con nosotros, o sea malo cuando nos afecta negativamente, y viceversa, bueno cuando nos afecta positivamente, pero siempre objetivamente bueno porque hace lo que está en su haber.

48. ¿Universo libre, autónomo, semi- autónomo? Si hablamos de Universo libre, autónomo o semi- autónomo, nos referiríamos a un Universo con dominio propio. Fuera -reiteramos- de sus límites no puede hacer nada, dentro lo puede hacer todo, incluso ir en contra de sus leyes. Esta cierta autonomía (absoluto solo Dios) obtenida por su libertad le confiere un poder de decisión insoslayable e intransferible, lo cual significa que asume la total responsabilidad de sus actos. Inclusive en el caso que se piense que el Universo libremente cede su libertad a Dios, además que dicha libertad no sería más que una ficción porque la verdadera libertad es total, libremente la cede, lo que significa que al fin éste es un acto volitivo también, y por lo tanto, el Universo no deja de ser nunca responsable. En ese caso particular, la libertad del Universo por ser ficticia no tendría sentido. Ficticia también fuera nuestra libertad, porque Universo libre implica unidad; y no cabe la idea de un Universo libre con otros componentes libres y autónomos fuera de su propia libertad. Pero si llegase a ser el caso, nosotros no seríamos lo que somos, sino piezas conmensurablemente impersonales. Y en tal caso, el Universo de qué fuese responsable, ni de él mismo podría ser porque con relación a quién o a qué, si sólo él existe. Ni en relación con Dios porque acerca de qué va a responder.

49. Otra objeción a la concepción de Universo libre tiene que ver con la acción directa de Dios sobre él. Como Universo libre posee soberanía e integridad, y cualquier acción directa sobre ella con su libre consentimiento dejaría en absurdo su libertad -como ya habíamos deducido-, y sin su libre consentimiento fuera un delito; dependiendo de su grado delictivo fuera manipulación, abuso, violación, en contra de él. Dios en este caso particular, dador del ser del Universo y dador de su libertad, no podría obrar directamente sobre él (indirectamente sí, al tener que conservar su ser necesariamente) porque Dios no puede contradecirse al dar libertad y luego quitarla. En todo caso, si Dios obrara directamente en el Universo, Dios lo deshonraría. Si es así, posiblemente lo ha hecho varias veces. Le hizo alumbrar hombres, que reconociendo nuestra correspondencia respecto a él, casi somos sus enemigos. ¿Los milagros? ¿Las hierofanías o manifestaciones divinas? ¿No serían acaso continuas manipulaciones a la integridad y dignidad de un ente libre como el Universo? ¿Para qué tener libertad si continuamente me es arrebatada por un ser extraño a mí? ¿Tiene algún sentido? ¿Qué tal quedaría el dicho medieval: la gracia supone la naturaleza? ¿Supone Dios la libertad de la naturaleza? ¿No es esto esclavitud, servidumbre? Imposible concebir a un Dios así. Además, si el lector es cristiano, cómo quedaría el dogma de la Encarnación, con tal concepción se hablaría de profanación, porque, ¿no es la Encarnación algo contrario a la naturaleza? ¿No se violó la ley de la fertilización? ¿Qué hay de la ley de la selección natural? ¿Y cómo quedaría el dogma de la Transubstanciación reafirmado por la Iglesia en el Concilio de Trento en 1551 donde Cristo mismo transforma la substancia de un poco de pan y otro de vino en su cuerpo y sangre santos? Indiscutiblemente es un sacrilegio mantener dichas concepciones.

50. El problema de la libertad y sabiduría propia y personal del Universo en relación con un Dios creador, toca ciertamente de manera inmediata origen, fundamento y fin del hombre. (Véase aquí el problema de los desastres naturales que afectan directamente al hombre, y que son productos no del hombre mismo, sino a como su nombre mismo lo indica de la naturaleza creada por Dios). Si hacemos una analogía hipotética entre “persona- humana” y “persona- Universo”, ambos creados por pura voluntad de Dios con leyes propias, con autonomía, siempre dependientes de Dios por conservación del ser, notaríamos otras discrepancias. Dios no decide por el hombre, Dios no irrumpe en la libertad del hombre, Dios de ninguna manera hostiga al hombre a hacer su voluntad, y es un hecho porque no lo experimentamos así. ¿Por qué entonces haría eso con la naturaleza? ¿No estaríamos hablando de un Dios malo? Seguramente no es el Dios que crea por amor. Siguiendo la analogía sería como si Dios cambiara a cada hora nuestras leyes morales, estaríamos perdidos y nada tendría sentido, la vida fuera un absurdo. Asimismo, pensar en una naturaleza personal, no tiene sentido si es continuamente deshonrada por Dios al no dejar que se desarrolle según su propia naturaleza. ¿O es la naturaleza una persona enteramente fiel y dócil? ¿No sería semejante a un ángel que no tuvo la oportunidad de rebelarse, por lo tanto un esclavo?

51. El afirmar que el Universo tiene sabiduría propia, libertad, poder de decisión, voluntad para hacer o no hacer, inteligencia para formar, modelar, experimentar, hacer ciencia, razón para hacer las cosas bien conforme a las leyes universales del ser, por lo tanto conciencia, solo cabría dentro de la idea que el Universo es el mismo Dios. En dicha concepción el Universo conserva naturalmente personalidad, sabiduría y libertad, es Universo y es Dios (Panteísmo). Todo sería radical y esencialmente uno, el hombre con Dios y Dios con el Universo. No cabría la idea de Creación sino la de Derivación; todo sería producto de una misma Sustancia. (Cfr. Párrafo #17) El problema de esta concepción es que no puede explicar cómo es posible la individuación (en el ser humano) que asume una sustancia particular para cada ser, no explica la separatividad intelectual entre los seres humanos, en fin, no puede explicar como lo múltiple es esencialmente y sustancialmente uno. La separatividad espiritual- intelectual de cada ser humano nos hace ser únicos (individuos), pero al fin, todos somos uno en el Universo, también, todos acudimos a la misma razón. El Universo no es más ni menos que el hombre, el hombre es el alma del Universo, son uno. Pero entre Dios y nosotros substancialmente no hay relación (confrontar el término Creación en el párrafo #20). Lo que no significa que no haya otros tipos de relaciones especialísimas.

52. Al Universo lo podemos comparar a un órgano. Como todo órgano posee el Universo un fin, una tarea o una función natural, es un órgano para hacer hombres, seres espiritualmente racionales (capaces de Razón). Este órgano perfectamente afinado por Dios está hecho para animar espiritualmente la inteligencia que de Dios él mismo posee, de su creador. Él es un órgano vivo, vivo en el dinamismo de sus leyes, vivo en las plantas, en los animales, y realmente vivo en nosotros los hombres. Es un órgano (impersonal) para hacer órganos personales. El Universo alcanza el grado espiritual cuando se logra conectar con la sabiduría de Dios de una forma especial, acontece cada vez que engendra un ser humano. Este órgano que bien lo podemos comparar a un útero, nos dotó de absolutamente todo lo que somos, nos llevó también a Dios, nos enseñó a sentirlo, escuchándolo, gustándolo, viéndolo, oliéndolo en todo, ya que todo es obra Suya, el Universo y nosotros. Creo que Dios no nos dejó a azar de un monstruo (hostilidad) que libremente nos puede hacer lo que quiera; tampoco en las manos de un ser bueno que tiene en su poder nuestra existencia. Yo no soy (ni nadie) una casualidad de un encuentro entre mis progenitores benditos, y así como soy fruto de ese casamiento, no existo por suerte. Existe un principio que está detrás de lo puramente cosmológico- epistemológico, un principio que se oculta bajo posibilidades resultadas de leyes físicas y biológicas, un principio Corazón que crea de la nada, un Corazón que contra todo lo posible (libertad del Universo) ya me había visto desde la eternidad, dando muerte a la infinita y absurda posibilidad, un principio de amor que imprimió desde el principio del Universo resonancias amorosas en la materia informe y caótica llamándome a la vida, llamándome a la existencia; existía en su pensamiento como conocimiento, más me esperaba providentemente en el Universo, vivo y real. Un Corazón que me ama personalmente; un corazón que me atrae hacia él, como decía el jesuita cosmólogo Pierre Teillard de Chardin (+1955).

53. En lo que concierne a la recreación constante del Universo (ver párrafos números 36, 43 y 46) cabe concluir que la naturaleza entonces se regenera sola (regenerar significa que se actualiza a partir de algo dado, en este caso, las leyes). Nosotros mismos nos regeneramos, nuestras células no son las mismas en tres años, los bosques se regeneran completamente en miles de años, la serpiente al cambiar de piel se regenera, pero no se recrea. El Universo no se inventa, sigue leyes, patrones. El Universo entero está cuantificado y cualificado, está encausado y programado para seguir un fin; el seguimiento de ese fin excluye la idea de recreación. El Universo se regenera en sí mismo, según sus leyes se transforma, cambia de aspecto, se renueva. No significa tampoco que Dios lo regenere en cada instante, no necesariamente, perderían sentido las leyes que lo rigen. Sin embargo, no quita la posibilidad. Lo único que con certeza podemos afirmar es que el Universo no hace nada por cuenta propia fuera de lo que hace la libertad del hombre, que sin embargo pertenece al plano espiritual. La libertad del hombre por ejemplo, no puede hacer cambiar la fuerza de atracción que ejerce la Tierra sobre la Luna. El Universo físico depende absolutamente de sus leyes físicas puestas por Dios. El Universo espiritual (que Teilhard de Chardin le llamó Noosfera, en contraposición al Universo físico, Biosfera), que es la capacidad energética más alta del hombre- Universo, depende en gran parte de la libertad del hombre, que se basa en materia estrictamente moral. En este caso particular podemos llamar a la moral, la ciencia del amor.

54. Tomás de Aquino, apoyándose en libro de la Física de Aristóteles habló de las pruebas a posteriori de la existencia de Dios, o sea pruebas a partir de la experiencia del Universo; con dos de ellas es posible fortalecer la tesis anteriores. La primera de ellas está basada en el movimiento del Universo. En principio dice así: todo lo que se mueve es movido por otro, en otras palabras, nada puede moverse por sí mismo. Todo movimiento por cualquiera que sea, depende de un sólo motor que hace mover todo lo demás, un motor que se mueve por sí mismo, éste es Dios. A este motor le llamó motor inmóvil, inmóvil porque no es movido por otro, y además, porque no tiene necesidad de moverse. Por cual motivo el movimiento (vida) del Universo dependió y depende de Dios. Otra de las cinco pruebas es basada en la generación y corrupción continua del Universo. En principio dice así: todo lo que es, llega a no ser. Todo lo que se genera llega a corromperse. Dios es el que nunca se corrompe porque es el generador ingenerado. Según esta prueba, si el Universo se dejase sólo por un instante, si Dios no conservaría su ser, dejaría de ser, se corrompería, por lo tanto, depende absolutamente de Dios. Esta dependencia no implica necesariamente la constante involucración temporal de Dios en todos y cada uno de los detalles en el manejo del Universo, como hemos estado oportunando. Dios como Ser, está fuera de nuestras circunstancias (límites). Dios obra atemporalmente, y pudo haber ordenado todo en el mismo principio de la Creación. (Ej. Leyes de conservación)

55. Si vamos más allá de lo puramente físico hacia lo teleológico, nos encontramos con otra objeción a la idea de Universo libre. Si Dios crea el Universo para el hombre, por qué debería dejarlo (al Universo) que se gobernase sólo, por sí mismo, no vaya a ser que se decida por no alumbrar al hombre. Si el Universo existe por un fin (gr, teleos), si está ordenado por un fin, ¿sería posible que éste se saliese de él? Si Dios dejara esa posibilidad, que implica darle libertad al Universo, sería no más que un juego suyo. ¿Juega Dios? ¿Si Dios creó el Universo para el hombre, por qué darle la responsabilidad al él del futuro del hombre? ¿Depende nuestro futuro enteramente del Universo? Un meteoro podría destruirnos en un santiamén y ¿qué hay del proyecto de Dios? ¿Fracasó? ¿Juego perdido? Si pasase lo del meteoro fuera por pura voluntad de Dios. Ejemplo: La ciencia a avanzado tanto que pueden hacerse cálculos antes inimaginables, como la edad del Universo, o la distancia de la galaxia más cercana respecto a la nuestra, pero no yéndonos tan lejos, un científico haciendo los cálculos correctos podría perfectamente sacar par de seis en un juego de dados las veces que quiera, siguiendo las leyes y condiciones que posibiliten ese hecho. Calculando la fuerza de empuje, la aceleración, la velocidad, la posición de salida, el peso, la masa y el material de los dados, el ángulo de salida, la hipérbole que podría dar, etcétera. Teniendo en cuenta la altura de la mesa, su superficie, la fricción del aire, la gravedad, etcétera. En tal caso, aunque tirara los dados una persona que es libre, la posición de ellos luego de caer en la mesa ya estaba predeterminado por estos elementos o condiciones mencionadas. ¿No pasa lo mismo con Dios? Dios libre y soberano determinó todas las condiciones para el nacimiento del hombre, y luego de su aparición, su futuro.

56. Dios no podría jugar con los dados, siempre ganaría, o dejaría perder la posibilidad de ganar, por voluntad propia, lo que no sería juego. De hecho no tiene sentido. Dios no juega. ¿Y si Dios cerrase los ojos? Imposible, Dios no puede no ser, Dios es siempre, si no fuera así, sería corruptible, no sería Acto puro, sería potencia de otra cosa, no sería Dios. Albert Einstein, judío piadoso dijo: Dios no juega a los dados. No hay nada fortuito en lo que se pueda concebir de Universo, sería un juego si fuera posible el principio de lo fortuito. Dicen que no hay coincidencias sino Diosidencias.

57. Al respecto, empero, no se puede hablar de Determinismo o predestinación (predestinación doble o hacia el mal) en el ser humano, porque él es espiritualmente libre. En efecto, Dios sí sabe lo que vamos a elegir, pero por conocimiento. Tomás de Aquino habla que Dios tiene visión Amplísima (pasado, presente, futuro), lo que no significa que conozca porque ha determinado la salvación o condena del hombre, sino porque es Omnisciente y nada se le escapa de su saber. Por lo tanto, la determinación del Universo dada por Dios, ese mapa irrechazable del Universo mismo, no atañe enteramente al hombre, sí, al estar el Universo determinado, pero no, porque como ser libre, el hombre puede rechazar el proyecto de Dios con el uso de su libertad. Incluso, la libertad del hombre expresada en su inteligencia o estupidez, determina ciertos fenómenos naturales, y puede determinar muchos otros si se los propone, la naturaleza solo sigue el patrón causa- efecto, que es en sí una determinación natural. (Ej. Huracanes, sequías, extinciones de especies vegetales y animales, la desviación de un meteorito de la órbita terrestre etc.). Inclusive, nosotros los hombres, no somos porque Dios lo determinó totalmente de esa manera. Desde el momento en que el hombre alcanzó facultades racionales fue libre de reproducirse o no. Nuestro ser depende por ende, de la libertad de nuestros antepasados, y más recientemente de nuestros progenitores. Desde la eternidad, Dios sabe de nuestra existencia porque hubo dos personas que por amor, quisieron igualmente donar el ser (por generación, no por creación). Y aunque no hubiese sido por amor, la misma naturaleza causa- efecto acató los procesos reproductivos, y compensó el desamor generando otro ser infinitamente amado por Dios, y de igual forma, pacientemente esperado.

58. Tampoco se puede hablar de naturaleza obediente, porque la obediencia implica libertad. El Universo no es más que un proyecto acabado, o sea, programado por un fin, para obtener un resultado. El hombre no, luego del pecado de soberbia –según la tradición bíblica- (que implica libertad), fue siendo desobedientes que ofendimos al Principio creador, fuimos en contra de la voluntad de Dios.

59. Jesús de Nazaret oró así: Padre... hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo (Mt. 6, 9- 13). ¿Pediría Jesús a su Padre que se haga Su voluntad en la humanidad y no en el Universo? Además, ¿no es el hombre Universo también?

...................................................................................................................................................
Notas:
- Gran parte de los datos científicos del ensayo están tomados de la enciclopedia Encarta de Microsoft Corporation, edición 98.

- En el ensayo se citan con frecuencia pensamientos filosóficos de autores diversos que no representan como totalidad ideológica aciertos con la idea del ensayo. Ejemplo: Agustín de Hipona apoyaba la predestinación doble (ver párrafo #57) que según la idea del ensayo es inadmisible. Sin embargo, también me apoyo en él cuando cito la Iluminación (ver párrafo #12), lo que no significa que sea tal como él lo pensó, sino para que por relación análoga (diferenciación) se pueda entender mejor la noción expresada. Tampoco quiere decir que todo lo que pensó Agustín es errado. Pasa del mismo modo con la mayoría de pensadores citados.
Escrito por: Rogelio David Zambrana Madriz
Profesor de filosofía. Egresado de la Universidad Católica de Nicaragua. Prenovicio en la Compañía de Jesús
9 de enero del 2008

Comentarios: roge1033@gmail.com

No hay comentarios: