domingo, 14 de noviembre de 2010

¿QUÉ ES LA FILOSOFÍA? ¿PARA QUÉ SIRVE?

Por Rogelio Zambrana

Hay modos de referirse a la filosofía, entre ellos: como historia del pensamiento humano, una definición escueta de filosofía; como ideología de un pueblo, una definición práctica de filosofía; y como forma de pensar de un individuo, una definición más radical de filosofía. La primera trata de la filosofía como tratado de conocimientos intelectuales, la segunda como praxis social; y la tercera como vivencia personal.

Quedémonos con la definición estricta de filosofía: la filosofía como forma de pensar de un individuo, como vivencia personal. En este sentido, la filosofía es la descripción de la estructura mental o de pensamiento del individuo. Estructura mental que cada quien necesita para vivir y que comprende la teorización del ser: el mundo, los otros y el yo, en otras palaras, mi teoría de la realidad (Cfr. Ellacuría, 1985:50). En dicha estructura mental hay dos elementos primordiales: el fundamento y el horizonte. El fundamento es lo último y lo totalizante, aquello que determina lo que las cosas "son" en último instancia (Cfr. Ellacuría, 1985:54). Y el horizonte es lo trascendental, la dirección de nuestra estructura, hacia el dónde apunta. Ambos elementos se determinan mutuamente, y así mismo, la razonabilidad del persona. Algunos ejemplos no rigurosos pero sí ilustrativos pueden ser: para J.P. Sartre la fundamentalidad es la existencia y su horizonte la libertad. Para Freud, su fundamentalidad pudo haber sido la pan-sexualidad humana, y su horizonte, la superación de los traumas psíquicos para ser feliz. Para Marx la fundamentalidad pudo haber estado en el carácter social y económico del hombre, y su horizonte apuntando hacia la igualdad desde la transformación social.

Desde esta óptica, la filosofía es la puesta en práctica de la inteligencia, facultad psíquica-biológica que nos permite adaptarnos a cualquier ambiente con el fin de sobrevivir. Necesitamos de una estructura cognoscitiva para desarrollarnos. Sin embargo, hay algo más propio de la filosofía, su esencia más radical. Filosofía no es el hecho de conocer la fundamentalidad y horizonte de la estructura propia del pensamiento. No es conocer lo que cada uno piensa. La filosofía es la facultad de cuestionar o problematizar precisamente esa fundamentalidad y horizonte del pensamiento propio. En otras palabras, la filosofía es esencialmente filosofar, es una acción. No es un cúmulo de ideas más o menos coherentes, es la disciplina de escrutar nuestras ideas por medio de la experiencia de deconstrucción y construcción del conocimiento en general. Propiamente dicho, filosofar es cuestionar lo que nosotros llamamos la realidad, que en síntesis es nuestra concepción del yo, del mundo y los otros.

Tanto la fundamentalidad como el horizonte de nuestra forma de pensar no están separados de esa “nuestra realidad” que hemos construido a lo largo de la vida. De hecho son la misma cosa si lo vemos históricamente. Pero a la hora de filosofar tanto nuestro fundamento como nuestro horizonte no deben anteponerse a la crítica filosófica, más bien debe de existir una predisposición a aceptar que estos pueden ser modificados de raíz. Si se hace filosofía desde las ideas propias ya establecidas no se está estrictamente filosofando sino simplemente se reafirma lo que uno cree. Para hacer filosofía, para filosofar se necesita contrastar nuestras ideas con ideas distintas. No significa necesariamente un contraste con ideas ya hechas, de otros, más bien es un contraste con ideas nuevas fruto del razonar, que no es otra cosa que usar el principio lógico de causalidad: toda causa tiene un efecto.

El único supuesto para filosofar es darse la libertad de cuestionar lo que hasta ahora ha sido incuestionable. La libertad es la que posibilita la creatividad con la que se construirá –desde la realidad o experiencia– los fundamentos y el horizonte filosóficos nuevos. Esto no significa que nuestras ideas anteriores eran inconsistentes, más bien significa que ahora entiendo y comprendo su consistencia de una mejor manera. Aunque también puede significar un cambio de total de paradigma cuando se confirma que mis ideas o filosofía estaban sin fundamentos racionales. Entonces filosofar es, radicalmente, una liberación y recreación de las estructuras mentales con el fin de comprender por qué pensamos lo que pensamos.

La necesidad de filosofar es intrínseca  a nuestra naturaleza. La realidad, o lo que hemos venido llamando como mi concepción del mundo, de los otros y el yo cambia constantemente aunque no nos demos cuenta. La vida de alguna manera nos exige ir configurando nuestra concepción, nuestra filosofía de vida. El mundo y los otros van modelando nuestras ideas y comportamiento, nuestras estructuras mentales, o lo que ya hemos llamado nuestra fundamentalidad y horizonte filosófico. Además, por qué no decirlo, van configurando el filosofar mismo. Esta “realidad” condiciona de por sí nuestro pensamiento. Pensamiento que se desarrolla a través del contraste de nuestras estructuras mentales o conceptos consigo mismos. De alguna manera es este ensimismamiento hace que nuestro pensamiento esté condicionado.

De ahí la necesidad que tiene el filosofar de la libertad, de permitirse una crítica sin sesgos de ningún tipo. Filosofar es entonces recrear nuestra concepción de realidad desde la libertad. La libertad a fin de cuentas es la que permite que el razonamiento contemple mayores posibilidades que justifiquen con mayor certidumbre nuestras ideas. Por lo tanto, filosofar es maximizar la posibilidad de conocer más certeramente la realidad.

En conclusión, filosofía es radicalmente filosofar. Es de-construir y construir permanentemente nuestra fundamentalidad y horizonte filosófico. Sirve para liberar las estructuras mentales, las tramas del pensamiento donde se forman los criterios y juicios con el fin de pensar y vivir con la mayor libertad posible evitando los condicionamientos de la experiencia del mundo y de los otros.

Bibliografía


Ellacuría, I. (1985). Función liberadora de la filosofía. Estudios Centroamericanos. (435-436): 45-64.

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