domingo, 14 de noviembre de 2010

EL ESPÍRITU ABSOLUTO Y LA FATALIDAD DE LA CONCIENCIA INDIVIDUAL

Por Rogelio Zambrana

Hegel pensó "todo" como un espíritu absoluto donde nada es distinto a él. Kant había señalado la dualidad de la realidad partiendo de la distinción entre el fenómeno y el noúmeno en el entendimiento: lo que se manifiesta de las cosas y que puedo conocer y lo que la cosa es realmente y no puedo conocer; por supuesto, antes hace distinción entre el yo y las cosas, lo subjetivo y lo objetivo. Hegel elimina esta dualidad concibiendo un sistema donde lo subjetivo, la conciencia, es un accidente únicamente del espíritu absoluto, que es objetivo. (Zubiri, 1994: 309) El motivo de este ensayo es explicar –a grandes rasgos– la ruta de la conciencia individual en un sistema donde todo es todo.

Hegel da el mérito a Spinoza por haber afirmado de una manera más concreta el cogito cartesiano: la identidad metafísica de pensamiento y ser (unidad de atributos y modos en la Sustancia), asegurando con ello la presencia esencial del absoluto a sí mismo en sus manifestaciones. (Philos. der Religion, 1. Begrif f der Religion, Lasson, Leipzig 1925, 288) (Cfr. G.E.R., 1991) Sin embargo, a la Sustancia (Dios) de Spinoza le falta la "vuelta a sí misma" desde sus modos y atributos, y por esto no es concebida como Sujeto absoluto que se diferencia a sí mismo (Wiss. d. Logik, Lasson 1,337) (Cfr. G.E.R., 1991)  En cambio, Hegel, propone un espíritu absoluto que se auto-conforma a sí mismo.

El horizonte metafísico de Hegel es lo absoluto; y lo absoluto es que Dios y las cosas son uno. (Zubiri, 1994: 249) Esto Hegel lo ve en el entendimiento: lo absoluto se contempla a sí mismo cuando la inteligencia quiere aprehender el todo en su verdad. Por ello, la filosofía según Hegel –dice Zubiri– tiene que ser una aprehensión racional e intelectual de esto que es el absoluto y el todo. La verdad es el todo y el todo es la verdad. (Zubiri, 1994: 250)

Para Hegel la reflexión filosófica –que busca la verdad– tiene valor solamente si existe relación con el absoluto. Pero este absoluto es producto de la reflexión filosófica por medio de la conciencia. Lo absoluto, consiguientemente, es una totalidad objetiva que mediante la conciencia se manifiesta como una relación de totalidad y unidad del ser. Ser y pensamiento, conciencia subjetiva y supra-realidad objetiva son lo mismo. Bajo estas premisas, ¿cómo se puede afirmar una conciencia individual en un sistema donde todo es un mismo espíritu absoluto?

Este absoluto es fundamentalmente y formalmente dialéctico (Zubiri, 1994: 318) El movimiento dialéctico es una auto-conformación, una especie de gigantesco auto-morfismo en el cual una forma se va auto-conformando (Zubiri, 1994: 288). Los individuos, como conciencia individual, participan según su modo de ser en el movimiento dialéctico del espíritu. Aunque son espíritu absoluto también –sin los cuales el espíritu absoluto no sería plenamente–, no son conciencia trascendental en el sentido de existir libremente, para sí mismos.

El espíritu absoluto es para Hegel el espíritu del mundo, el único individuo de la historia, al cual está subordinado el espíritu de cada pueblo y a éste cada individuo. De este modo, Dios, espíritu del mundo, es el absoluto-humano también, ya que es el que domina la naturaleza: "Si la esencia divina no fuese la esencia del hombre y de la naturaleza, sería una esencia que no sería nada" (Philos. d. Gesch., 1,38). (Cfr. G.E.R., 1991) Entonces, el sentido de conciencia individual se ve opacado en cuanto es todo, incluso Dios. Mucho menos sentido tendrá para Hegel el concepto de inmortalidad.

Ahora, el absoluto se aparece en la conciencia por  la razón. El pensar, la razón, no es la conciencia, sino que la conciencia es tan sólo un modo de manifestación de la razón. (Cfr. Zubiri, 1994: 266) La conciencia no es por sí misma, sino en cuanto es razón, un modo de manifestación del espíritu absoluto. Sin embargo, esta identidad de la razón humana con la razón divina, tiene un momento de diversidad. La razón humana es finita en cuanto no es idea, sino razón en forma de conciencia. El pensamiento absoluto no es conciencia, sino que es realidad plenaria y absoluta del pensar concipiente. (Zubiri, 1994: 293) Entonces, la conciencia es espíritu subjetivo; y el espíritu objetivo, Dios. Pero este espíritu subjetivo es la conciencia que Dios tiene de sí mismo. Dios no es conciencia, es razón absoluta; que esa razón absoluta tenga conciencia de sí es obra de los hombres pues los hombres son la conciencia de Dios. (Zubiri, 1994: 316). Esta es la fatalidad de la conciencia individual. No es por sí misma sino en cuanto reflejo de la razón absoluta. Y no se puede pensar que conserva independencia, libertad, propias de la individualidad existencial, en cuanto esté subordinada a la idea de la razón absoluta. En este caso, la conciencia individual es una manera de no ser nada, siendo absoluto. (Cfr. Zubiri, 1994: 318)

Hegel pone en cuestión lo que hasta ahora era lo más personal, la conciencia individual. Los individuos que componen el espíritu objetivo son sólo soportes del espíritu objetivo, que es lo sustancial, lo absoluto. (Cfr. Zubiri, 1994: 309)  Los individuos son solamente encarnaciones del espíritu objetivo. Desde esta perspectiva, la historia se va construyendo gracias al espíritu absoluto y no por la libre creación de los hombres. Para Hegel no es que la razón objetiva gobierna al mundo y las conciencias, sino que ésta está inscrita en el seno mismo del mundo y de las conciencias. (Cfr. Zubiri, 1994: 312) Es cierto que la historia está haciéndose con y por individuos, y con la conciencia de hacer las cosas por propio mérito e interés –dirá Hegel–, sin embargo, están trabajando por el espíritu objetivo. (Cfr. Zubiri, 1994: 314)

Según Zubiri, Hegel hace parte de la crisis de la inteligencia de una época en que se confió mucho en la inspiración personal, en el sentimentalismo: el romanticismo. Podría decirse también, que se subrayó demasiado la conciencia individual, sin echar un vistazo a lo común, a la construcción de una misma historia. Hegel apela por ello a lo absoluto, dejando a un lado la complejidad y riqueza de lo distinto, de lo individual, considerado por él como "animalidad". La personal individual significó para él un simple recuerdo de algo preterido. Y la historia por tanto, una forzosidad supra-individual. (Cfr. Zubiri, 1942).


Bibliografía

- Gran Enciclopedia Rialp (G.E.R.) (1991) Hegel, Georg Friedrich Wilhelm. Versión digital. Recuperado el 28 de Octubre de 2010 en:
http://www.canalsocial.net/GER/ficha_GER.asp?id=1549&cat=biografiasuelta

- Zubiri, X. (1942). NHD Notas históricas. Del prólogo a Hegel, Fenomenología del espíritu. Revista de Occidente. Madrid, 1935. Versión digital brindada por el profesor Jorge Alvarado, Universidad Centroamericana (UCA). Managua: 2010.

- Zubiri, X. (1994). Cinco lecciones de filosofía. Madrid: Alianza Editorial.

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