viernes, 26 de agosto de 2011

EL TIEMPO Y LOS DESEOS


Rogelio Zambrana


Lo que determina la felicidad, el sufrimiento o el aburrimiento de las personas es la intensidad de los deseos en función del tiempo.

La forma en que percibimos el tiempo no es como lo hace un reloj. Los minutos no son exactamente 60 segundos cada uno, ni los años son exactamente 365 días cada uno. Nuestra mente percibe el tiempo de manera distinta, lo percibimos –según lo sugirió el filósofo premio Nobel Henri Bergson– como duración. A diferencia del tiempo absoluto que mide un reloj, para nuestra conciencia el tiempo es relativo, el tiempo dura más, o dura menos. Un minuto puede ser una eternidad y un año puede pasar en un pestañear de ojos. Tardamos varios siglos para probar que el tiempo absoluto newtoniano no era real sino que es relativo a la velocidad de quién lo mide. Pero la idea de la relatividad del tiempo nunca dejó de ser ajena a nuestra experiencia humana.

Así como el tiempo es relativo a la velocidad de quien lo mide, asimismo la duración del tiempo es relativa a la intensidad de los deseos de quién lo percibe. Los deseos son los impulsos que nos mueven a satisfacer nuestras múltiples necesidades, desde las fisiológicas hasta las de autorrealización. Mientras más urgentes sean las necesidades mayores serán los deseos de satisfacerlas. De tal manera que el tiempo durará más o durará menos dependiendo de la mayor o menor intensidad de nuestros deseos. Ambas variables en sus múltiples grados originan los siguientes estados de ánimo.





ESTADOS DE ÁNIMO RELATIVOS AL TIEMPO
Deseo de satisfacción
Tiempo de espera
Estado anímico
Mayor
Corto
Felicidad
Mayor
Largo
Sufrimiento
Menor
Largo
Aburrimiento
Menor
Corto
Paz


Cada persona tiene la capacidad de administrar la intensidad de sus deseos y la relatividad del tiempo para provocar los estados de ánimos deseados. De hecho lo hacemos sin darnos cuenta. Basta hacer un ajuste afirmando o negando cualquiera de dos variables para llegar al estado de ánimo buscado.
Por ejemplo, el deseo de una taza de café a la cual se tendrá acceso en una hora genera sufrimiento o ansiedad. Para evitar la innecesaria fatiga puede negarse el deseo aminorando así su intensidad. Ciertamente esta práctica hará que la duración del tiempo no se alargue. Por otro lado, se puede negar la duración del tiempo de tal manera que el sufrimiento o ansiedad se aminore. En ambas situaciones el resultado será el mismo, sin embargo, la mayoría de veces estamos más dispuestos a jugar con el tiempo que con nuestros deseos.




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