viernes, 26 de agosto de 2011

EL TIEMPO Y LA FELICIDAD

Rogelio Zambrana

Los seres humanos buscamos la felicidad. Buscarla involucra moverse. Y todo movimiento implica tiempo. La vida misma es movimiento, duración. En este sentido, la búsqueda de la felicidad es un movimiento hacia el bienestar moral, estético, espiritual o existencial. Este bienestar conlleva sentimientos. Sin embargo, no se reducen a la alegría o al gozo como tal, sino que se extienden al sufrimiento. Estos sentimientos son parte del proceso de la felicidad. Entre éstos nunca falta el sentimiento de placer. Siempre nos debatimos entre el placer y el dolor, entre la felicidad y el sufrimiento. Una apacibilidad absoluta es difícil de lograr. 

Si buscamos la felicidad, quiere decir que no la tenemos siempre. En otras palabras, la felicidad se nos escapa con el tiempo. ¿Qué relación guarda la felicidad con el tiempo? Partamos de sus conceptos. 

A. Baigorri en Ángel en el país del águila tiene un poema: Filosofía del tiempo, que nos puede ilustrar. En él desarrolla la idea del tiempo como elemento constitutivo de la realidad formada entre el sujeto pensante y el objeto conocido: El tiempo soy yo mismo, mientras ando en el tiempo... ¿Seré yo tiempo? ¡Cómo todo! (Baigorri, 1999: 633). El ser humano participa conscientemente del devenir del tiempo. El hombre por consiguiente, es tiempo, duración. 

En cuanto a la felicidad, señalábamos que el hombre la busca, por lo tanto, es un deseo. La felicidad se debate nuestro tiempo, nuestro ser, con la angustia y el aburrimiento. Pero ni la una ni la otra son deseables como la felicidad. La felicidad sí se desea, pero a partir de un objeto deseado. En otras palabras, no buscamos la felicidad por sí misma, sino al objeto de deseo del cual nace la felicidad. Por ello, la felicidad se basa en la proporción que existe entre nuestros deseos específicos y su satisfacción. 

La relación de la felicidad y el tiempo está en que, entre el deseo y su satisfacción, hay un tiempo que marca el sufrimiento o la felicidad del que desea. Si entre el deseo y la satisfacción hay una larga duración, el sujeto experimentará sufrimiento, angustia. En cambio, si entre el deseo y su satisfacción hay una corta duración, el sujeto experimentará felicidad. Después de esto, puede ocurrir que mientras más larga es la espera, más grande será la felicidad. O al contrario, si la satisfacción es pronta, la felicidad puede que sea menor. Sin embargo, la espera nunca deja de ser dolorosa. A. Schopenhauer dice al respecto que se es lo bastante feliz cuando todavía queda algo que desear y que aspirar… y no se caiga en aquella parálisis que se muestra en la forma del terrible y mortecino aburrimiento… (Schopenhauer, 2007: 174). Por eso, lo contrario a la felicidad no es el dolor, sino el aburrimiento.

En conclusión, que el ser humano sea tiempo o, conscientemente duración, determina que sea feliz o no en lo que respecta al lapso que transcurre entre sus deseos y la satisfacción de éstos.  

Ilustración




Bibliografía

-          Martínez, Baigorri. (1999) Poesías Completas. 2 Vol. E. Del Río: Pamplona.


-          Schopenhauer, a. (2007). El mundo como voluntad y representación. Mestas: Madrid.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy interesante el modo de representar el deseo y su relación con la felicidad, pero pienso que la felicidad no es solo un "objeto de deseo" pues la felicidad, planteada como un sentimiento podría bien ser la búsqueda de un momento en que nosotros, como personas, nos podamos sentir conformes, es decir, ¿ya te ha pasado que no lograste lo que querías pero sabes que lo hiciste bien y te sientes, por consiguiente, feliz?
Espero haberme dado a entender.