viernes, 16 de abril de 2010

FILOSOFAR PARA EL HOMBRE

Rogelio Zambrana.

El hombre debe filosofar para el hombre. Una filosofía que se encierra en sí misma se convierte en ideología: pensamiento despersonalizante.


Las raíces del árbol filosófico son las interrogantes acerca de la posibilidad de conocer verdaderamente; qué es y cómo se presenta la realidad si es cognoscible; y sobre el sentido de la vida del hombre. La búsqueda de verdad, la explicación de la realidad y, el sentido del hombre son los temas fundamentales de la filosofía. Los primeros dos temas no tienen sentido sin el último. Es mas, la cuestión acerca del sentido del hombre condicionará siempre a las dos primeras interrogantes. El hombre, que es el que filosofa, es el beneficiario de la filosofía. La verdad y la realidad serán temas necesarios para abordar el problema del hombre. El hombre es la cumbre y fuente de la filosofía.


Para profundizar mi tesis demostraré primero cómo aprovecha el hombre la filosofía cuando se trabajan los temas de la verdad y la realidad. Para ello me basaré en Sócrates, primer filósofo en el que resplandece de forma singular qué es esto de verse precisado a filosofar, Ellacuría (1976). Y luego, demostraré cómo se distorsiona el sentido de filosofar para el hombre, dando lugar al pensamiento despersonalizante, cuando no se trabaja la cuestión de la verdad y la realidad.


La filosofía –como explicábamos más arriba­­­­­– se entiende como la búsqueda de la verdad y explicación de la realidad. Sócrates dirá que la verdad-realidad más próxima es el hombre mismo cuando dice: Conócete a ti mismo. Según Ellacuría (1976) a Sócrates no le importa tan solo saber cómo son las cosas… sino que las cosas sean, que las cosas lleguen a ser como todavía no son y que por no serlo son falsas e injustas. La verdad para Sócrates es lo que es justo. Porque lo justo es la medida de la plenitud del ser humano. La verdad, consecuentemente, es algo real porque se manifiesta en lo justo. Por lo tanto, la filosofía busca conocer la verdad para operar la justicia. Vemos pues, a partir del pensamiento socrático, cómo la filosofía entendida como búsqueda de la verdad y explicación de la realidad hacen referencia al hombre en todos sus sentidos. º


El verdadero filosofar consiste en buscar la verdad y explicar la realidad para dar sentido a la vida del hombre. Desde la verdad es que se puede filosofar. Pero qué es la verdad: la verdad es la presencia plena de realidad, la plena posesión de uno mismo, Ellacuría (1976). Verdad, realidad y hombre están siempre juntos en la verdadera filosofía. Por lo tanto, la verdad se busca para encontrarla, se la encuentra para conocerla (realidad), y se la conoce para operarla en el hombre.


Cuando no trabaja la verdad y la realidad, la filosofía se distorsiona inmediatamente. Por eso, no es filósofo el que busca por buscar, simplemente porque le gusta; no quien busca solamente para encontrar más y más interrogantes. La filosofía no es un juego, no es un rompecabezas infinito, ni es un ejercicio mental. De hecho, no se puede perpetuar una búsqueda sin antes haber obtenido un conocimiento aproximado de la verdad, porque de tal forma, las nuevas interrogantes quedarían sin fundamento. Tampoco es filósofo quien pretende conocer una verdad sin posibilidad de hacerla operar. Una verdad que no puede operar es solamente una idea de “verdad”. La verdad por esencia es operable. Y es menos filósofo quien pretende hacer operar una aparente verdad. En cambio, el filósofo verdadero reconoce que es una búsqueda incesante porque la realidad cambia según los tiempos y lugares. Pero no por eso la filosofía se conformará en buscar por buscar, sin ofrecer una verdad operativa según los tiempos y lugares. Estos últimos cuatro modelos de “filósofos” no cumplen con lo que significa el verdadero filosofar. Por defecto, serían ideólogos.


La diferencia entre las filosofías y las ideologías consiste en que las filosofías están a favor de la plenitud del hombre, en cambio, las ideologías son ideas que permanecen en sí mismas. Las filosofías son serviciales y propositivas, personalizantes y objetivas, se basan en la realidad y son libres. Las ideologías son arrogantes y con intereses particulares, son despersonalizantes, subjetivas y deshistorizantes, condicionadas y parciales.


La ideología es más que un cúmulo de ideas sistematizadas. La ideología se mide en relación a una determinada situación o con una determinada acción, Ellacuría (1976). La ideología como la filosofía se vive. De ahí que sus consecuencias pueden ser devastadoras, desde la causa de la muerte de Sócrates hasta los genocidios de la Segunda Guerra Mundial. La tarea de la filosofía consistiría en desideologizar el pensamiento humano. Esto no puede ser más que con el mismo pensamiento; con la duda y la negación el filósofo con autonomía e indeterminación, motivado por el deseo de conocer la verdad, se podrá liberar de las ideologías.


En conclusión, el hombre debe filosofar para el hombre. Mientras el filósofo olvide que la razón de la filosofía es el hombre verdadero y real, su producción serán ideologías, no filosofías.






REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA:


- Ellacuría, I. (1976). Filosofía ¿para qué? Revista Abra. San Salvador, El Salvador.

Foto: Ignacio Ellacuría S. J.

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