sábado, 9 de julio de 2011

LA VIDA ES LENGUAJE

 Rogelio Zambrana

La vida es lenguaje:[1] El lenguaje es inherente a los seres vivos. La vida es lenguaje. Y lenguaje es comunicación. Si la vida no se comunica, no se perpetúa. Las plantas y animales en general se comunican entre sí por sus colores, olores, sonidos, y por muchas más vías. El olor intenso de una rosa es lenguaje para atraer a la abeja polinizadora; el sonido de una serpiente cascabel es lenguaje para advertir a un potencial predador. En la reproducción, conservación y evolución de las especies, se evidencia que la vida es comunicación, es lenguaje. El ser humano utiliza además, la palabra (la lengua), un sistema de símbolos fonéticos, gráficos para comunicarse. La palabra (logos) es la representación eidética de la realidad que construimos con el pensamiento. Pensamos con palabras. Realidad y pensamiento son palabras: somos lenguaje. 

La logicidad del lenguaje humano o su coherencia interna está basada en el grado de comunicación que permite. Por ello, el lenguaje es racional, en cuanto la idea puede justificar o no la realidad que quiere comunicar. De que el lenguaje sea racional, se deriva que está en constante movimiento sintético. Por lo tanto, el lenguaje es limitado. La filosofía analítica, con mucha razón, ha dicho que los problemas fundamentales del hombre se deben a contradicciones de lenguaje, por lo tanto, problemas de comunicación. Uno de ellos es la dicotomía que se establece entre lo finito y lo infinito. Lo finito y lo infinito son conceptos (ideas) elaborados a partir de la categoría espacio-tiempo. Espacio y tiempo son percibidos por nosotros apriorísticamente, sin embargo, lo finito e infinito poseen connotaciones a posteriori -que parten de la experiencia racional del lenguaje-, las cuales pueden fraccionar la realidad- lenguaje. La infinitud es experiencia de no-límite del espacio y tiempo, la finitud de sí-límite. Tanto una idea como otra pueden nacer a partir de una sensación psicológica o de una intuición matemática, pero el lenguaje naturalmente les imprime carácter espacio- temporal. De esta forma se van creando ideas más elaboradas como absolutez y contingencia, eternidad y mortalidad, etc. 

Al momento de racionalizar la lógica de la idea desde la realidad-lenguaje las dicotomías tienen que entificarse para justificarse así mismas. En este sentido, la idea lógica-racional de Dios ha funcionado como fundamento ontológico de dicotomías de la realidad-lenguaje de la comunicación humana. La prueba ontológica de la existencia de Dios es un ejemplo evidente. En el capítulo segundo de su Proslogion, Anselmo dice que algo mayor que lo cual nada pueda pensarse, para que sea realmente mayor tiene que existir no sólo en el entendimiento, sino también en la realidad (Cfr.Canterbury, 1961: 37-38). En otras palabras, si podemos concebir la idea de Dios, la razón dice que, debe existir. 

Sin embargo, evidentemente, este problema lingüístico-ontológico es escenario también de la experiencia religiosa. El lenguaje es intrínsecamente religioso cuando las dicotomías propias se vuelven misterio, y el misterio sagrado. Esta experiencia sangra al lenguaje hasta que éste, como ontológica experiencia de vida, comunica. En este caso, el cristianismo ofrece una síntesis lingüística-real de la experiecia religiosa. El evangelio de Juan lo expone sencillamente: En el principio era la Palabra, y la Palabra era con Dios, y la Palabra era Dios… (Jn 1:1). …Y aquella Palabra fue hecha carne, y habitó entre nosotros. (Jn 1:14) Esta cita es la misma lógica-racionalidad del lenguaje siendo consecuente con la vida. Dios es palabra, y la palabra está viva. El lenguaje es vida: comunicación.

Bibliografía

      - San Anselmo de Canterbury. (1961). Proslogion. Buenos Aires: Aguilar.



[1] Reflexión ante la lectura del poema Clara y fiel luz, de Ángel Martínez Baigorri, S.J.
 Cfr. Paasche, Rosamaría. (1993) Introducción a la poesía de Ángel Martínez Baigorri, S.J. Místico conceptista del siglo XX. UCA Editorial: Managua. P. 214-217

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