jueves, 17 de junio de 2010

CIENCIA, DESARROLLO ECONÓMICO Y DOMINIO MILITAR

Rogelio Zambrana

Desde la “grandiosa” conjunción entre Aristóteles y Alejandro Magno hasta el pragmatismo y militarismo Estadounidense, occidente ha estado sumergido en un marco teórico-científico con visión dominante de la naturaleza y las culturas.

La filosofía griega significó un dominio racional de la naturaleza y la sociedad, lo que derivó inmediatamente en políticas de expansión a otros pueblos, y consiguientemente la inclusión de las ideas griegas en las culturas.

Históricamente la creencia en el poder intelectual, quizás producto de la creencia en la superioridad racial, ha derivado en el dominio intelectual de los otros. De hecho hay un doble poder producto de la filosofía del dominio: el poder político y cultural. Pasa del mismo modo con los conocimientos científicos, los cuales aceleran la producción económica, y el mecanismo del dominio militar para la expansión política y económica.

En resumen, el marco teórico científico de occidente sigue un modelo en el cual se puede rastrear una tendencia al dominio general de unos contra otros. Este dominio comienza desde la creencia en el dominio de la naturaleza, luego en el dominio político, económico y militar de los otros.

Las ciencias han sido desde esta perspectiva herramientas de dominación. Sin embargo, no podemos obviar que el campo de las ciencias es mucho más rico y variado que la actividad militar. Tampoco conviene echar la culpa a la ciencia en sí misma, sino al uso que se le ha dado. Es un hecho sí, que los científicos por vocación han tenido que recurrir muchas veces a los poderosos económicamente para sustentarse sus estudios y experimentos. Poder económico y desarrollo científico han estado unidos, y lamentablemente, el poder económico ha buscado perpetuarse recurriendo al dominio militar. Por este hecho tan singular es que actualmente, más de medio millón de científicos en todo el mundo están dedicados exclusivamente a la Investigación y Desarrollo militar. Y los gastos superan cinco veces a la investigación sanitaria y diez a la investigación agrícola. Los recursos de la Investigación y Desarrollo militar salen mayoritariamente de los Estados, de los impuestos civiles. Y los mayores acreedores son las empresas privadas, responsables de las mismas investigaciones. En otras palabras, estas empresas de tecnologías militares subsisten gracias a las inversiones de los Estados. Es el poder económico que busca perpetuarse utilizando el poder político y el desarrollo militar.


Las justificaciones que se dan es tener garantía de seguridad, el mantenimiento de la paz, que es una industria de exportación que crea riqueza y puestos de trabajo, y sobre todo, que los avances en las ciencias militares crean consecuentemente nuevas tecnologías de uso civil. Sin embargo, sabemos que los avances científicos son destinados a aumentar el potencial ofensivo de los ejércitos para una guerra convencional. Con el floreciente mercado negro las armas pueden caer en manos de terroristas y aumentar más bien la desestabilidad mundial. Tampoco se puede decir que estas armas de combate pueden servir para intervención humanitaria. Referente al uso civil de las tecnologías militares, dichos adelantos se habrían podido conseguir de una forma mucho más rápida y barata si los recursos se hubieran dedicado directamente a fines civiles; de hecho, sólo un 10% de las patentes generadas por la investigación militar encuentran alguna vez una aplicación civil.[1] Y también, desarrollar un producto militar cuesta unas 20 veces más que un producto civil equivalente[2].


En este punto quiero dar mi colaboración: para que las ciencias se independicen cada vez más del poder económico y el desarrollo militar, la civilización occidental tiene que crear un nuevo marco teórico-científico basado en la admiración y conservación de la naturaleza, de las riquezas culturales, y en la unificación de la humanidad, promoviendo la igualdad y la paz. El desarrollo intelectual, político, económico y cultural alcanzará “nuevas tierras” siguiendo un modelo como este. Sin embargo, esto sonará a utopía para muchos, pero qué tal si la ciencia prueba.


La cosmovisión del hombre occidental y del hombre en general debe cambiar según lo exige la misma naturaleza de la ciencia. El filósofo Karl Popper dice que el éxito de la ciencia se mide por su capacidad para desenmascarar las doctrinas engañosas y repudiar las teorías inconsistentes…[3] Primeramente, se debe querer humanizar las ciencias, divorciarlas de los intereses económicos y políticos. Luego, acrecentar el campo de visión podría ayudar, como por ejemplo, dilucidar que es más fácil conservar la seguridad mundial resolviendo problemas como la pobreza, la falta de acceso a recursos básicos, el cambio climático, el ahorro de la energía que construyendo armas de destrucción masiva que pueden acabar en segundos con el planeta entero.


Bibliografía


1. Campaña “Por la Paz: No a la investigación militar”. (Enero de 1995). Campaña “Por la Paz: No a la investigación militar”. Recuperado el 12 de Junio de 2010, de Campaña “Por la Paz: No a la investigación militar”.



[1] Oliveres, A y Ortega, P (eds): El ciclo armamentista español. Icaria, Barcelona, 2000, pp89-110.

[2] Investigación militar: la cara oculta de la ciancia. Campaña por la paz. Rescatado el 13 de junio del 2010. www.prouinvestigaciomilitar.org/.../imasd_militar_en_el_mundo.pdf

[3] Poper, Karl. La lógica de la Investigación científica. Tecnos. Madrid, 1986, p. 187.

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